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¿Cómo bajar la temperatura emocional?

Extraído de Cultivar rosas entre espinas. Por Rab Noaj Orlowek

Nuestras actitudes surgen de la fusión de nuestro intelecto con nuestras emociones. Antes de que podamos comenzar a aprender a solucionar efectivamente los problemas, debemos comprender que en última instancia es el intelecto el que debe adoptar las decisiones, porque sólo el intelecto puede prever las consecuencias posibles de un determinado curso de acción. La emoción sólo entiende el presente. Sin ninguna duda, el intelecto debe considerar la realidad emocional de la persona, pero la decisión en sí misma pertenece al campo del intelecto.

Por ello uno debe bajar lo que yo llamo la «temperatura emocional», es decir, el fuego de la emoción, porque de esto depende que pueda prevalecer el intelecto. Una temperatura emocional elevada puede deshacer muchas decisiones intelectuales, por lo que uno debe estar calmo para lograr adoptar decisiones sensatas para él y para los demás.

EL INTELECTO PUEDE «HABLARLE» A LA EMOCIóN

Como ya dijimos, antes de tomar una decisión racional, el intelecto necesita considerar la percepción emocional y la realidad emocional de la persona. Algunas veces, tal como dijo el Rab Avigdor Miller, zt»l, el intelecto debe «hablarle» a la emoción. En el Tanaj hay muchos ejemplos; por nombrar sólo dos: «Shuvi, nafshi, limenujaiji», «Regresa, mi nefesh, a tu tranquilidad»; y «Haleli, nafshi, et Hashem», «Mi nefesh, alaba con entusiasmo a Hashem».

ACTITUDES QUE AYUDAN A BAJAR LA TEMPERATURA EMOCIONAL

Hay ciertas actitudes que nos ayudan a bajar la temperatura emocional. Dos de ellas son:

1. Los Problemas no son un Signo Patológico. Los problemas son parte integral de la vida. Dado que los seres humanos somos imperfectos, cometemos errores en nuestros actos, juicios y conclusiones. Además, es normal que diferentes personas tengan diferentes programas diarios, objetivos y prioridades que entran en conflicto sin por eso dejar de ser legítimos para cada uno. Cuando entendemos los problemas como un aspecto normal de la existencia humana, como algo que se supone que tendrá lugar, entonces somos capaces de reaccionar ante ellos con menor fuerza emocional. Recuerda, la sorpresa es el enemigo de la emoción constructiva, así como la pereza es el enemigo del intelecto. Mientras menos nos sorprendan nuestros problemas, más oportunidades tendremos de enfrentarlos desde una postura de fortaleza emocional.

2. Los problemas no son «innecesarios». El Rab Baruj Eliahu Goldshmidt, zt»l, nos aclara otro aspecto más de la manera en que percibimos los problemas. él dice que vemos nuestros problemas como un impedimento innecesario para alcanzar nuestros objetivos. Por eso no les tenemos paciencia. Y da un ejemplo muy bello:
Muchas personas están dispuestas a viajar a diario grandes distancias y se encuentran en las rutas durante largos períodos de tiempo. La cantidad de kilómetros de un viaje particular no les molesta siempre y cuando sepan que llegar desde el punto A hasta el punto B les lleva determinada cantidad de tiempo.

Por eso, cuando sufren una demora de diez minutos, no tienen paciencia, porque la perciben como algo innecesario.
De la misma manera, si recordamos que los problemas son una parte integral y predecible de la vida, entonces cuando se presenten nos sorprenderán menos. Lo que ocurre es que cuando nos sorprenden, cuando esperamos que las cosas se desarrollen «a nuestra manera», entonces nos irritamos y nos enojamos.

De hecho, parte del placer en este mundo es tener que escalar montañas, y mientras más altas y más intimidantes sean, mejor. Nos enseñan que «el hombre nació para esforzarse», y que ésta es una expresión de la bondad de Hashem, tal como lo son todas las cosas que hay en nuestro mundo.
Cuando no hay esfuerzo no hay placer y, sobre todo, no hay sentimientos de auto valoración.

El Sefer HaIashar dice:
La persona debe desarrollar un corazón fuerte y valiente para ser capaz de aceptar (toda clase de posibles) ocurrencias (negativas o dolorosas).

Debe pensar en ellas antes de que se presenten, debe esperar (que ocurran) en cualquier momento; y debe decirse a sí mismo: «Si no ocurrieron hoy, ocurrirán mañana y si no es mañana, será pasado mañana». Si hace esto tanto intelectual como emocionalmente, entonces cuando estas circunstancias se presenten no le causarán inquietud y de ese modo se evitará que se olvide de su servicio (a Hashem).

Debemos recordar que el Sefer HaIashar no es un libro que predique una visión pesimista ni fatalista de la vida. Por el contrario, todo el libro se encuentra repleto de ideas y actitudes positivas de autovaloración y alienta a desarrollar un sentimiento de realización.

El Sefer HaIashar nos está enseñando que este mundo es un lugar donde deben esperarse momentos difíciles, porque eso es parte de su misma naturaleza. él llama a este mundo Guei HaTlaot, el Valle de la Desgracia, porque es gracias a esta actitud que los justos son capaces de mantener su equilibrio. Cuando ocurre una desgracia, la persona que entiende que el mundo es un lugar donde las cosas tienen que estar siempre bien se tambalea y pierde el equilibrio.

El mundo es un lugar de infinitas oportunidades para la felicidad y, sin embargo, uno de sus sellos distintivos es el conflicto. Los problemas no necesariamente deben desequilibrarnos, ni provocar que levantemos los brazos en señal de derrota. Los problemas no están indicando que algo esté básicamente mal. No podemos esperar que este mundo sea tan «eficiente» en nuestro beneficio como para anular a todas las personas y a todas las situaciones problemáticas. Tampoco debemos ser tan arrogantes como para esperar que el mundo funcione de acuerdo con nuestras especificaciones respecto a cómo «deben» ser las cosas.

Rab Noaj Orlowek

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