Clasificación de los Preceptos (mitzvot) I
El servicio [divino] se divide esencialmente en dos partes; una el estudio y la segunda la observancia.
La observancia se divide en cuatro categorías: una, la constante; la segunda, lo diario; la tercera, lo periódico; la cuarta, lo circunstancial.
La observancia constante consiste en todo lo que el hombre está continuamente obligado, como por ejemplo a amar a Dios y temerLe.
La observancia diaria consiste en lo que el hombre está obligado todos los días. Cuando el Templo existía, esta categoría incluía los sacrificios que se realizaban cada día. Actualmente incluye las oraciones y la lectura del Shemá.
La observancia periódica consiste en lo que el hombre está obligado en tiempos específicos, como por ejemplo Shabat y las festividades.
La observancia circunstancial consiste en lo que el hombre está obligado según lo que le acontezca a partir de circunstancias particulares, como por ejemplo, cumplir con la separación de la hogaza (jalá), la entrega de los diezmos, la redención del primogénito, y similares.
En cada una de estas observancias existen mandamientos y advertencias, es decir, preceptos afirmativos y preceptos prohibitivos. En general estos dos tipos constituyen el concepto de «apártate del mal y haz el bien».(cf. Tehilim 34:15)
Aunque lo esencial de todos estos conceptos de manera global ha sido ya explicado en la primera parte, capítulo cuarto; que describe la inclinación hacia Dios y la búsqueda de Su cercanía, según los caminos que nos han sido fijados para acercarnos y comunicarnos con El.
Para llegar a este objetivo es necesario que nos esforcemos en apartar todos los obstáculos del mal implícito en la obscuridad de lo material de este mundo, y en fortificarnos en la cercanía a Dios, hasta que nos comuniquemos con El y nos perfeccionemos en Su perfección. Pues tal es todo Su deseo y todo el objetivo por el cual creó el mundo, como ya hemos mencionado.
Sin embargo, los detalles de estos conceptos dependen del establecimiento de los decretos referentes a los seres humanos y al mundo, en todos sus aspectos, y según los caminos que fueron concedidos al hombre para perfeccionarse y para perfeccionar a la totalidad de la creación, según sus sistemas y sus elementos, ya sea en sus principios o en sus derivados.
Rabbi Moshe Jáim Luzzatto