Chino Básico

Extraido de Jabad Magazine
Rabi Marvin Tokayer Rabino de Cherry Lane Minyan en Great Neck, y rabino honorario de la Comunidad Judía de Japón
Cada año, muchas familias judías se sientan a la mesa del Seder, comparten nostalgias, simbolismos, disfrutan de las copas de vino dulce, recitan las palabras históricas de la Hagadá, escuchan el sonido familiar y ritmo del niño más joven que recita el Ma Nishtaná (Cuatro Preguntas), y saborean la comida deliciosa.
Pesaj es de hecho una celebración familiar, y nadie debe festejar solo. La experiencia de Pesaj es esencialmente orientada a la familia. Juntos experimentamos el amargor de la esclavitud en Egipto, damos testimonio de la liberación milagrosa del sometimiento, y disfrutamos de los frutos de la libertad. Sin embargo, uno de los mensajes ocultos e ignorados de Pesaj es la importancia de recordar que somos una familia y una sola persona. Cuando sufrimos y experimentamos la amargura y la dulzura, debemos recordar que como una familia debemos querernos siempre, ayudarnos, y oír el lamento de un judío en la necesidad. ¡Después de todo, somos familiares!
Mi familia vivió en Japón durante muchos años y el Lubavitcher Rebe me pidió que sirviera como rabino de la Comunidad judía de Japón. Al vivir en Tokio, investigué la historia de la experiencia judía en Asia, desde India a Japón y quedé fascinando por la poco conocida y exótica experiencia de los judíos chinos. Los judíos fueron a China desde Persia en el Camino de la Seda, hace aproximadamente 1000 años. Fueron recibidos muy entusiastamente por el Emperador e invitados vivir cerca del palacio imperial, en la ciudad de Kaifeng. El Emperador pidió que los judíos guardaran sus tradiciones que serían un recurso valioso para China. Vivieron como judíos fieles y observaron un estilo de vida judío.
Construyeron una sinagoga magnífica, la Sinagoga de Pureza y Verdad que era de estilo chino en su construcción y judío en contenido. Poseía un Templo, mikve (baño ritual), capilla de Iortzait, y muchos Rollos de Torá. La calle de la sinagoga, incluso hoy día, se llama Senda de la Instrucción de la Torá Sur, y como una cortesía y gesto de respeto, los chinos no llevaban carne de cerdo en la calle de la sinagoga. Rabinos entrenaron a sus hijos para ser rabinos, y cuidaron los archivos de la comunidad y produjeron Libros de Rezos y libros de texto escolares hebreos.
Con el paso de tiempo, la China abierta y floreciente cerró sus fronteras, y los judíos locales perdieron todo contacto con el mundo externo. La sinagoga se destruyó por las inundaciones y guerras locales, y tuvo que ser reconstruida varias veces. Los hijos de los rabinos tomaron posiciones más lucrativas y prestigiosas, y la comunidad judía declinó y se asimiló.
En junio de 1605, en Beijing (aproximadamente 500 millas de Kaifeng), surgió una confrontación cómica de importancia histórica. Un hombre chino de 60 años, con apellido chino-judío: Ai, golpeó la puerta del recientemente llegado misionero Jesuítico, Fray Matteo Ricci. Ai oyó que en Beijing, había un hombre que creía en un Di-s, negaba ser musulmán, creía en un estilo de vida santo, y ya que Ai nunca había oído hablar del cristianismo, asumió que este extranjero europeo era un rabino. Cuando Ai llegó a la puerta, anunció que vino a traer sus respetos, contar de su congregación, y encontrar a un correligionario. Ai estaba ansioso de avisar a los judíos y crear un nuevo capítulo en su historia. Se sorprendió
al ver imágenes en la capilla y, bastante confundido por los cuatro evangelios, inquirió si eran cuatro de los doce hijos de Iaacob.
Por el otro lado, el misionero jesuítico creyó que Ai era un cristiano devoto. Así, el judío chino vio al jesuita como un rabino y planeó invitarlo a ser el maestro de la comunidad judía, y el jesuita vio al judío chino como un cristiano auténtico. Cuando esta clásica comedia de errores y mal entendidos mal se resolvieron, se conoció la existencia de judíos chinos en Europa. Con el tiempo, los judíos chinos empobrecieron. Perdieron todo el conocimiento del hebreo; ya no observaron rituales y culto; las tradiciones de sus antepasados fueron abandonadas; y algunos ni siquiera supieron qué día de la semana era el Shabat. La comunidad judía estaba en crisis. La lealtad a los antepasados es importante en China, y los judíos cargaron con gran culpa por no ser fieles a sus tradiciones. ¿Qué podían hacer? Debatieron durante décadas hasta que decidieron tragar su orgullo y tomar una decisión intrépida. Estaban de acuerdo en humillarse y avergonzarse y escribir una carta al mundo externo, pidiendo ayuda para salvar su comunidad.
El 23 de agosto de 1850, los judíos chinos de Kaifeng enviaron un lamento desesperado por ayuda. “Mañana y noche, con lágrimas en nuestros ojos y con las ofrendas de incienso, imploramos que nuestra religión pueda florecer… si podemos reconstruir nuestra sinagoga, dará gran alegría a nuestra comunidad. La sinagoga no tiene un rabino, nuestra mikve y Arca están en ruinas… Si conseguiríamos tener un rabino y maestro de nuevo, y reconstruir nuestra sinagoga, nuestro futuro como judíos estará seguro.”
Esta carta se endosó al rabino principal del Imperio Británico, así como al Rabino Itzjak Leeser en América. Los dos hablaron de la mitzvá de salvar a esta comunidad. Judah Touro de Nueva Orleans ofreció ayudar con una fortuna de su propiedad para cualquier rabino o maestro que viajara a China para salvar a una comunidad judía desesperada. El Rabino Leeser escribió que sería una desgracia si se los abandonaba. ¿Qué pasó? Triste y trágicamente, nadie fue a ayudarlos. Los dejamos y no oímos su lamento. Visitantes vinieron y tomaron fotografías. National Geographic escribió un artículo famoso en 1907. Pearl Buck escribió una novela sobre los judíos chinos. La Torá de Kaifeng está en varias bibliotecas o perdida.. La Hagadá y Meguilá son artículos de coleccionista. El Museo Real de Notario, en Toronto, tiene muchos artefactos de la Sinagoga y, sorprendentemente, la Catedral de Washington tiene el cuenco de loto de piedra que se usaba por lavar las manos antes de comer el pan. La Universidad de la Unión Hebrea tiene Sidurim de la comunidad, documentos, y archivos. La sinagoga ya no está en pie, pero la calle de la sinagoga, con su nombre histórico, todavía permanece. Una familia judía china vive en esta calle, como hace muchos siglos.
Cada año visito Kaifeng. Los descendientes de judíos restantes son muy pobres. Me estremezco cuando me encuentro a los sucesores de la familia de Ai. Hay un modelo de la sinagoga china en el Museo de la Diáspora en Tel Aviv. Un judío chino estudió recientemente en la Universidad de Bar Ilan en Israel durante un año y en una Ieshivá en Jerusalém durante dos años. Algunos judíos en Kaifeng se encuentran ahora los viernes por la noche para recrear una experiencia de Shabat y aprender a leer hebreo. Una familia de Kaifeng se estableció en Israel.
Recientemente en Kaifeng, en el primer día de escuela, el maestro les preguntó a todos los alumnos de dónde eran, esperando la contestación de una ciudad en China o una calle local. Sin embargo, un pequeño respondió que era de Israel y el maestro y la clase entera empezaron a reírse, pues nunca oyeron hablar de esa ciudad o calle en China. El muchacho empezó a llorar y el maestro le pidió indagar de su madre e nformar a la clase al día siguiente. Su madre le dijo que eran de hecho de Israel, y no supo donde quedaba exactamente, pero ésta era su tradición familiar y “judío” está escrito en sus documentos de identidad.
Es tiempo de Pesaj. De China, podemos aprender las consecuencias del no responder a un judío en la necesidad. Cuando un iehudí clama, es nuestra responsabilidad como judíos contestar y ayudar. Siempre pienso en la súplica de los judíos chinos y nuestra indiferencia. Pesaj es una fiesta de historia, y este año, quiera Di-s que todos aprendamos esta lección vital de la historia de los judíos de China.
Rabi Marvin Tokayer