Birur y Tikun: La Tarea del Hombre
Extraído de Conceptos Místicos en el Jasidismo
por el Rabino Jacob Immanuel Schochet
El hombre, creado último pero primero en la intención, tiene su morada en este mundo físico que es también morada de las Kelipot. Pues es la tarea y misión del hombre someter las Kelipot y predominar sobre ellas por medio de la Torá y las mitzvot a fin de concretar la Voluntad Divina – hacer de este mundo una morada para la Divinidad.
Ya se ha explicado que las Kelipot derivan de la «Rotura de los Recipientes». Este importante acontecimiento no fue un accidente catastrófico debido a algún defecto en el proceso evolutivo del mundo. Por el contrario, fue un desarrollo lícito e intencional a fin de crear el mal. Pues el hombre puede tener la libertad de elección sólo donde hay una alternativa entre el bien y el mal. Y sólo donde el hombre usa esta elección libre para realizar sus tareas y deberes puede ser premiado en consonancia, y recibir sus requerimientos desde una perspectiva de ley, justicia y equidad. El mal, por lo tanto, sirve un propósito Divino.
De hecho, la Inclinación al Mal en el hombre es un instrumento para el amor a Di-s. Por consiguiente, está escrito: «Y amarás a Di-s, tu Señor, con todo tu corazón» (Deuteronomio 6:5); «con todo tu corazón» significa con ambas inclinaciones tuyas, la Inclinación al Bien así como también la Inclinación al Mal. La Cabalá es bastante enfática al respecto, y declara que no puede haber mayor servicio a Di-s que someter la Inclinación al Mal con el poder del amor a Di-s. Pues cuando es sometida y su poder quebrado por el hombre de esta manera, éste llega a ser un genuino amante de Di-s, dado que ha aprendido cómo hacer que la Inclinación al Mal misma sirva a Di-s. «Todo lo que el Santo, bendito sea, ha hecho, arriba y abajo, es con el objeto de manifestar Su gloria y para Su servicio.
Ahora bien, ¿quién ha visto un sirviente trabajando contra su amo y urdiendo planes para contrarrestar todo lo que es voluntad de su amo? Es la voluntad del Santo, bendito sea, que los hombres Lo sirvan y marchen por la senda de la verdad, continuamente, para que el hombre pueda ser premiado con beneficios. Dado que ésta es la voluntad del Santo, bendito sea, ¿cómo puede un sirviente perverso venir y contradecir la voluntad de su amo y tentar al hombre a caminar por el camino del mal, repeliéndolo del camino del bien y haciéndole desobedecer la voluntad de Di-s?»
Para resolver esta aparente paradoja, el Zohar declara que, de hecho, el intencional propósito del mal es meramente cumplir la voluntad de Di-s, y lo ilustra con la famosa «parábola de la ramera»: Un rey instruyó y advirtió a su hijo de llevar una vida moral ejemplar y no caer presa de la tentación. Entonces, en secreto, convocó a una mujer inteligente y hermosa y le ordenó seducir a su hijo, poniendo a prueba de esa manera su obediencia y devoción a su padre. Ella recurrió a toda artimaña posible para seducir al príncipe. Pero éste, siendo bueno, obedeció el mandato de su padre; rechazó sus encantos y la apartó de sí. Entonces el padre, el rey, se alegró enormemente y confirió a su hijo los mayores regalos y honores. Ahora bien, ¿quien generó toda esa gloria al príncipe? ¡Sin duda esa mujer! El Zohar concluye: «Sin duda ella ha de ser alabada por todo; pues, primero, cumplió la orden del rey, y segundo, hizo que el hijo recibiera todo este bien, y provocó aquel intenso amor del rey por su hijo».
Por lo tanto, el propósito del hombre es someter a la Sitrá Ajará y aplastar su poder, pues «Cuando esa Sitrá es sometida, el Santo, bendito sea, Se alza a lo Alto y Se enaltece en Su gloria. De hecho, no hay servicio a Di-s salvo cuando surge de la oscuridad, y ningún bien salvo cuando surge del mal… La perfección de todas las cosas se logra cuando el bien y el mal se entremezclan y se tornan totalmente bien, pues no hay bien salvo si emana del mal. Con ese bien Su gloria se alza, y ese es el servicio perfecto».
Cuando el hombre estimula su propio atributo de Guevurá para someter y aplastar el desperdicio de la Guevurá Suprema acá abajo y predomina sobre ella, causa un efecto recíproco: que el Divino atributo de Guevurá sea sometido y predomine sobre los Juicios Supremos (Hamtakat Hadiním: la «mitigación de los juicios») y el Divino Jésed y Rajamím se manifestarán abajo sin obstáculos.
Las Kelipot, así, cumplen un propósito distinguido. Hay una chispa (Nitzotz) de Divinidad adosada a ellas que les permite subsistir como un sirviente para cumplir el propósito del Amo. Cuando esta chispa es retirada de las Kelipot y restaurada al plano de la Santidad para ser absorbida allí, las Kelipot son privadas de su vitalidad y dejan de existir. Y ésta es la tarea del hombre: retirar esa chispa de santidad. Esto se llama Birur, y éste es el concepto de Tikún.
Birur significa «Selección, Refinado». Cuando el hombre se relaciona conscientemente con los derivados de las Kelipot, activa o pasivamente, en el contexto de su propósito Divino, libera la chispa de Divinidad (Birur) y la devuelve a su fuente, provocando la Restitución y Reintegración (Tikún) de todo el Ser. La «cáscara» es quebrada, la «fruta» extraída, y el orden cósmico apropiado restaurado.
Esto es, los objetos potencialmente santos (Kelipat Noga) se subliman y absorben en el plano de la santidad por medio de las acciones desempeñadas adecuadamente y salvaguardándolas de los Jitzoním, es decir, resistiendo las tentaciones del mal. Pues cuando Kelipat Noga es totalmente absorbida en el plano de la santidad, las Kelipot impuras (que reciben su vitalidad por intermedio de Kelipat Noga) son privadas de su vitalidad y aniquiladas.
Por otra parte, cada acto impropio (pecado) causa exactamente lo contrario. Los actos pecaminosos retienen y sostienen a la Sitrá Ajará; Kelipat Noga es absorbida entre las Kelipot impuras, fortaleciéndolas de ese modo y aumentado su poder, y haciendo que la chispa de santidad esté adicionalmente encarcelada y oculta entre las Kelipot. Esto es conocido como el concepto de «Shejiná en el exilio»: La Shejiná, la Inmanente Presencia Divina, la chispa de Santidad, es exiliada entre las Kelipot para permanecer allí amarrada y sin salida hasta que el pecador se arrepienta intensamente, o hasta el día en que Di-s elimine el espíritu de impureza de la tierra.
Cada uno tiene asignada su porción de chispas que debe refinar y liberar de su ocultamiento. Pues Adám, con su pecado, fortaleció e incrementó el poder del mal. Las muchas chispas que cayeron a causa de su catastrófico acto quedan para que sus descendientes las liberen. Esta es la causa y el propósito del Galut (Exilio, y Diáspora). Y cuando todas las chispas hayan sido liberadas, la Shejiná es liberada totalmente de Su exilio e Israel es redimido, introduciendo la Era Mesiánica.
Rabino Jacob Immanuel Schochet