HALEL
Bereshit
El alma en el relato de la Torá
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Bereshít «Las posibilidades del deseo»

 

Dijo Elokim hagamos a Adám a nuestra imagen y semejanza

La Torá posee varias denominaciones para nombrar al ser humano: Adám, Ish, Guéver, Enósh. Adám es la única que no posee plural (Perúsh Vaiomer Moshé al libro «Tomer Dvorá», pag. alef).
Adám señala el potencial humano de aprehender la unidad inmanente de toda la realidad distinguiendo simultáneamente su individualidad en ella.
El vocablo Adám está conformado por las letras hebreas Alef (), Dalet () y Mem (). La letra Alef, a su vez, está compuesta por dos letras Iud () y una letra Vav () que suman 26 igual que el Nombre IHV”H (). Alef es la primera letra del alfabeto hebreo y señala el principio generador de toda la realidad.
Si quitamos la letra Alef del vocablo Adám ()queda la palabra dam ()-sangre. Si quitamos la letra Alef del vocablo emet ()-verdad resulta la palabra Met ()-muerto.

Las oscilaciones humanas
La capacidad de reflexionar acerca de la finalidad y el objetivo de la vida es la cualidad que nos hace humanos. Pero, si creemos que el mundo es regido por el azar y no hay en él ningún propósito trascendente ¿qué hacemos con nuestro potencial humano?
No podremos nunca encontrar un propósito final en donde no creemos que hay finalidad.
Adám incluye los dos polos en los que oscila la vida humana.

1. Adamé la Elión: el potencial de igualarse a lo Superior.
2. Adamá: tierra. La disgregación.

Adamé la Elión señala el potencial del alma que es libre e infinito.
Adamá señala el potencial del cuerpo que es limitado y finito.
Libre es quien puede elegir en contra de lo que su cuerpo desea.
Si nunca puedo decirle no a mi cuerpo significa que soy su esclavo.

Dos aspectos motivan el desarrollo y la conducta humana

1. Posibilidad
2. Deseo

1.Posibilidad es la potencialidad para que algo sea o exista.
2.Deseo es la fuerza innata en pos del conocimiento, posesión y/o disfrute de «una cosa».

La posibilidad le brinda al deseo la opción de activar el libre albedrío y así desarrollar la voluntad.
Quien todavía no implementó su potencial humano (Adám), su poder de elección y voluntad son limitados.
Mientras que el deseo es innato e inconsciente, la Voluntad es la conciencia que se adquiere al activar el potencial de Adám.
Un niño, por ejemplo, aún no siente necesidad de casarse y formar su familia, su deseo está restringido en recibir de sus padres y del entorno donde nació. Del mismo modo un adulto que no maduró espiritualmente, que sólo piensa en la satisfacción inmediata, en recibir pasivamente, no puede tomar conciencia de la realidad en toda su dimensión y tampoco podrá decidir objetivamente.

Cuatro fases de interacción de la posibilidad y el deseo
A partir de estos dos aspectos -posibilidad y deseo- los Sabios de Israel articularon el mecanismo que establece la manifestación del potencial de elección y el desarrollo de la voluntad humana (Talmud de Babilonia, Trat. Pesajím 25-2 y Talmud Eser haSefirót, Histaklút Pnimít Jelek Shení, Cap. 4).

1.No tiene la posibilidad y no siente deseo
2.Tiene la posibilidad y no siente deseo
3.No tiene la posibilidad y siente deseo
4.Tiene la posibilidad y siente deseo

Las tres primeras fases aún no establecen el marco para decidir objetivamente ni para desarrollar voluntad.
Ejemplo:
Quien no tiene la posibilidad y no siente deseo de una adicción o, quien tiene la posibilidad y no siente deseo de una adicción o, quien no tiene la posibilidad y siente deseo de una adicción no tiene poder de elección ni posibilidad alguna de desarrollar voluntad, ya que no posee ningún desafío.
Sólo quien tiene la posibilidad y siente deseo está en condiciones de ejercer totalmente su libre albedrío y desarrollar voluntad. Hasta que los seres humanos no se proponen activar su potencial de Adám no pueden expandir su conciencia y todas sus decisiones estarán basadas en una evaluación parcial de la realidad.

Reflexión, insatisfacción o sufrimiento
La Creación de acuerdo a la concepción de Israel establece el marco para que los seres humanos alcancen la fase de: Tiene la posibilidad y siente deseo. A partir de allí comienza el verdadero desarrollo humano. Sea a través de la reflexión, de la insatisfacción y/o el sufrimiento todos buscamos finalmente desarrollar nuestro potencial de Adám, ya que es la única forma de lograr la Plenitud.
De la misma forma que HaKadósh Barúj Hú estructuró la Creación para que los seres humanos alcancen su Forma Superior así nosotros debemos estructurar nuestros sistemas educativos para activar conscientemente el potencial humano.

Plenitud y deseo
Cuando experimentamos plenitud no sentimos diferencia entre ésta y el deseo de recibirla, los percibimos como una unidad. En cambio, cuando anhelamos la plenitud que no poseemos, los distinguimos claramente.
Ambos aspectos surgen y emanan de HaKadósh Barúj Hú, sólo que «allí» se encuentran en estado de unidad, más allá de la dualidad transmisor-receptor, conocedor-conocido.
El deseo de recibir no puede existir en el ámbito de HaKadósh Barúj Hú, pues El Es completo en Sí mismo, ¿de quién habría de recibir?
La Creación, lo nuevo, es el deseo de recibir que surge como consecuencia del ocultamiento de Su Plenitud. Por ello el vocablo hebreo que se utiliza para designar al mundo –olám– proviene del verbo lehialém que significa ocultar. Cada sefirá indica un mundo espiritual Kéter a Adám Kadmón, Jojmá a Atzilút, Biná a Briá, Tiféret (que incluye desde Jesed a Iesód) a Ietzirá y Maljút a Asiá.

Libre albedrío, voluntad y plenitud
El objetivo de todo el proceso creativo es que el hombre logre el libre albedrío y el desarrollo de la voluntad. Sólo entonces podrá desear la Plenitud y la Armonía por sí mismo. Este proceso sucede a través de 4 fases espirituales que la Kabalá nos transmite por medio de la 4 letras del nombre IHV”H, los 4 mundos espirituales Aztilút, Briá, Ietzirá y Asiá , los 4 niveles del alma Néfesh, Rúaj, Neshamá, Jaiá ,etc.
Ello sucede de la siguiente manera:

1. Del pasaje de Kéter a Jojmá surge Atzilút
Así como el bebé no pidió nacer ni tiene deseos de un mundo que no conoce así sucede en el Génesis de la Creación con el alma.
HaKadósh Barúj da la existencia y ello le impone al alma ser.
Esta etapa es análoga a la primera de las cuatro fases de interacción de la posibilidad y el deseo que vimos anteriormente: No tiene la posibilidad y no siente deseo.

2. Del pasaje de Jojmá a Biná surge Briá
Como ya vimos, el objetivo de la Creación es que los seres humanos alcancen el libre albedrío y el desarrollo de la voluntad ya que sólo así es posible lograr la Plenitud. En la primera etapa ello es imposible, siendo que ante la imposición no puede haber libertad ni desarrollo. En ésta segunda fase el alma busca una nueva alternativa y opta por no recibir. De la misma forma que el adolescente se revela y no quiere recibir el mundo de sus padres, dado que quiere encontrar su camino, así el alma en su búsqueda también se «revela» y no quiere recibir de HaKadósh Barúj Hú. Pero, valorizar y desear lo que le dieron todavía no puede, ya que para desear algo debemos poseerlo y luego perderlo para querer recuperarlo, y eso aún no sucedió. Por eso en esta fase sólo puede optar por no recibir: Tiene la posibilidad y no siente deseo.

3. Del pasaje de Biná a Tiféret surge Ietzirá
Luego de haber optado por no recibir (en la segunda etapa) pierde su plenitud y así surge el deseo propio por aquello que poseía. Pero como decidió no recibir: No tiene la posibilidad y siente deseo.

4. Del pasaje de Tiféret a Maljút surge Asiá
Entonces le surge el vacío y siente deseo de recibir –toma conciencia de lo que HaKadósh Barúj Hú ya le había dado al comienzo- pero ahora lo desea por iniciativa propia -lo necesita para ser- y no por imposición como en la primera fase. Entonces quiere tener nuevamente la posibilidad de recibir: Tiene la posibilidad y siente deseo.
Así el hombre alcanza finalmente la posibilidad y el deseo por su propia iniciativa. Lo que le brinda el libre albedrío y el deseo para desarrollar voluntad.

El príncipe y el rey
Estas 4 fases se pueden ejemplificar con la historia del príncipe que vive en el palacio de su padre, el rey. Al príncipe nada le falta (Jojmá). Todo lo del rey es suyo, pero él no es el rey (Kéter).
El príncipe desea igualarse a su padre, ser rey, pero para ello deberá dejar el palacio y crear su propio reino.
Nuestro príncipe se va del palacio (Biná) y surge el deseo y la conciencia de todo lo que poseía dentro del reino (Tiféret). Ahora el príncipe comienza a comprender a su padre, ya que ante la carencia toma conciencia del valor de todo lo que poseía, y de la gran responsabilidad que implica ser rey. El príncipe en el palacio tenía deseos, pero el rey saciaba todas sus necesidades y el príncipe no tenía conciencia de lo que poseía. Al dejar el palacio surge en el príncipe el deseo de volver a poseer lo que ya era suyo, sólo que ahora es por su propia necesidad y no porque su padre se lo dio (Maljút).

Este proceso se reactiva en todos los aspectos de la conducta humana hasta que el hombre alcance la fase de Tiene la posibilidad y siente deseo de que todos alcancemos el Altruismo Absoluto, la única forma que le dará a la humanidad la posibilidad de lograr la Armonía Universal.

El fenómeno de la Creación-Bereshít descrito en la Torá y analizado a través de la tradición oral de Israel bajo la óptica de la Kabalá nos ofrece los elementos arquetípicos para que la mente traduzca el insondable concepto de Génesis-Creación a la realidad humana. Toda la tradición escrita y oral de Israel no es sino un Gran Sistema Educativo para implementar los parámetros que le permiten a la humanidad desarrollar una forma de vida que la conduzca a una civilización justa para todos los integrantes del género humano.

 

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