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Reflexiones y comentarios
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Apegarnos al Dios Viviente

Extraído de Cabalá: Espiritualidad Auténtica. Por Simcha Benyosef

A DIFERENCIA DE LA AMIDá DE SHABAT, que es distinta en la noche, en la mañana y en la tarde, durante las tres festividades -Pésaj, Shabuot y Sucot- repetimos la misma Amidá durante las tres plegarias del día. Cada Amidá festiva incluye una frase que nos puede conectar con la época especial que estamos celebrando: Sucot es referido como la «estación de nuestro regocijo», Pésaj es la «estación de nuestra libertad» y Shabuot es la «estación de la entrega de nuestra Torá».
Los comentaristas inquieren sobre la discrepancia entre el libro de rezos y la Torá, dado que ésta no relaciona a Shabuot con la entrega de la Torá, en tanto que aquél sí lo hace.

LA ESENCIA DE LA TORá: LAS MITZVOT

Después de que Israel escuchó los Diez Mandamientos, Dios dijo a Moisés:

Asciende hacia Mí, a la montaña, y permanece ahí. Te entregaré las tablas de piedra, la Torá y los preceptos que he escrito para enseñar [al pueblo].

Moisés había de permanecer 40 días en la montaña para aprender cada detalle de las 613 mitzvot, preceptos, la Torá Escrita y la Ley Oral (posteriormente redactada en forma del Talmud y Midrash). Al final, él iba a bajar las Tablas con los Diez Mandamientos. Estas Tablas que Dios entregó a Israel iban a enseñarles qué se requería de ellos para establecer su relación íntima con el Creador.
Todas las 613 mitzvot están incluidas en los Diez Mandamientos y cada una de las 613 tiene su raíz en una palabra de los Diez. El Zohar enseña que cada una de las 613 mitzvot representa una forma de apegarse apasionadamente al Altísimo, lo que a su vez explica el significado de la Mishná:

El Santo, Bendito es, deseó purificar a Israel y por ello les multiplicó la Torá y sus preceptos.

El deseo de Dios, en cuanto a «purificar a Israel», no apuntaba a aumentar su recompensa en el mundo venidero, sino más bien ayudarles a alcanzar el nivel de debekut en este mundo.
Hemos visto que la palabra hebrea mitzvá proviene de una raíz que significa «unir». La mitzvá es una especie de unión, en el sentido de que constituye un medio para integrar el mundo físico con las esferas superiores. Cuando observamos un precepto, Dios se acerca a nosotros y se fusiona con nuestra habilidad de sentirlo. A tal objeto, Dios nos entregó una cantidad de preceptos igual al número de partes del cuerpo humano. De las 613, 248 mitzvot se relacionan con actividades físicas que paralelan las partes del cuerpo encargadas de cumplirlas, en tanto que 365 mitzvot involucran transgresiones que debemos evitar y son las contrapartes de los nervios y tendones.

Relacionar la partes del cuerpo con los preceptos parecería una idea bastante revolucionaria, aunque no menos que la interconexión entre la mente y el cuerpo o los efectos de los estados mentales sobre enfermedades, que constituían una «herejía científica» hasta hace muy poco tiempo. No obstante, en la actualidad, el campo de la medicina mental-corporal se ha convertido en un tema de rápido desarrollo investigativo y práctico. La teoría de la conciencia orgánica, que prevalece en la «medicina alternativa», adquiere renovado significado cuando comprendemos la enseñanza cabalística de que, cuando el hombre se dedica a cumplir las mitzvot con amor y considera las transgresiones como actos que no permiten la unión con Dios, las partes de su cuerpo se convierten en recipientes tan refinados por la luz Divina que su misma naturaleza física adquiere la cualidad de la luz.

No obstante, podríamos objetar, al igual que Maimónides, que el hombre no puede asumir responsabilidad por algo que no ha asumido conscientemente. ¿Cómo pudo el clamor espontáneo de los israelitas, «Haremos y escucharemos», hacerles responsables de las mitzvot dado que no sabían qué estaban aceptando sobre sí?
El Zohar aclara que, a través de su declaración, el pueblo de Israel se estaba comprometiendo a alimentar el fuego de su apego apasionado a Dios y convertirse en «un reino de sacerdotes y un pueblo santo», en línea con el deseo Divino. Para ellos, las mitzvot no eran yugos indeseables, sino herramientas que les serían útiles para cumplir con su anhelo de debekut y, como tales, ellos apreciaron que se les entregaran en gran número: a más mitzvot, mayor su probabilidad de recobrar este preciado lazo.

Del Zohar derivamos que la culminación de Shabuot fue el debekut de Israel con el Altísimo. Por ello, Rashí explica que la referencia en el Cantar de los Cantares a «Su día de nupcias» se refiere a la vivencia sinaítica, es decir, Shabuot.
A través del matrimonio, hombre y mujer se unen en un lazo en el cual se complementan mutuamente. De manera similar, en la dimensión espiritual, la Torá fue entregada a Israel en el Sinaí en el sexto día del mes de Siván, como una serie de instrucciones que les ayudaría a mantener el apasionado apego de su unión.
Dado este aspecto de Shabuot, ¿cómo podríamos pensar que los sabios instituyeron la festividad para conmemorar la entrega de las instrucciones que permitieron la unión de Israel con su Creador?

Es entendible, entonces, la decisión de los sabios en cuanto a referirse al significado oculto de Shabuot tan sólo por medios alusivos. Y sin embargo, si Shabuot fue realmente «Su día de nupcias», el día en que la Congregación de Israel se convirtió en Su Amada del alma, ¿por qué relacionaron la festividad con la Entrega de la Torá en la plegaria de la Amidá?

CORAZóN CONTRA INTELECTO

Antes de recibir la Torá, los israelitas purificaron su esencia en el transcurso de los días del ómer. Su naturaleza física se había refinado a tal extremo que ahora eran capaces de forjar un lazo íntimo con el Creador, por así decirlo, en igualdad de condiciones.
Los dos aspectos del estado de debekut que lograron los israelitas durante la Entrega de la Torá se expresan en dos facetas: una se centra en el corazón y la otra se basa en el intelecto. El debekut de los pensamientos del corazón nos permite aferrarnos al Santísimo con «un amor ardiente, una flama de lo Divino». En este caso, las 613 mitzvot son instrucciones sobre cómo mantener vivo este vínculo etéreo. No obstante, cabe aclarar que sólo quien haya invertido largos años en el estudio de la Torá puede lograr este debekut del corazón y permanecer consciente de todos los matices involucrados en el cumplimiento de cada precepto.

Rabí Yosef Gikatilia (1248-1323), uno de los primeros cabalistas, explica que quien adquiere esta calidad de vinculación recibe la garantía de que seguirá creciendo más allá de la muerte física de su cuerpo. Los sabios talmúdicos preguntan: «¿Es acaso posible unirse al Dios Viviente? ¿Acaso Dios no es como un fuego que todo lo consume?»
Es ciertamente posible refinar el cuerpo físico hasta que adquiera la pureza del zafiro de las Segundas Tablas, sobre las que fueron tallados los Diez Mandamientos, aludiendo a los 613.9 Una vez que el cuerpo de la persona se ha convertido íntegramente en un recipiente sagrado, listo para contener la luz, le es posible aferrarse a su Creador. Para él, el «fuego consumidor» de Dios es el óneg, deleite extático, que se extiende por todas las partes de su cuerpo, trascendiendo el cuerpo hasta llegar al alma.

éste es el debekut del alma por el Santísimo, en el cual la persona se consume de amor. La fusión de cuerpo y alma que viven quienes se sienten agobiados por una añoranza que quema como un fuego ardiente en su interior, es lo que puede llamarse «Paraíso Terrenal». Por cierto, ¿cuál es la noción del Jardín del Edén sino un espacio en el cual el goce del cuerpo es igual al del alma, donde puede escucharse el canto del ángel?
Sin embargo, no cualquiera merece lograr a plenitud el nivel de debekut de «mi alma está enferma por tu amor». [Les ruego que lean la nota correspondiente, al final de este libro].

De ahí que quien no siente el debekut del corazón a través de la forma en que cumple con los preceptos, tiene la opción de alcanzar el debekut del intelecto, recurriendo a sus estudios de Torá. En el debekut del intelecto, las personas cuya mente está ocupada en el estudio de la Torá día y noche se acercan al Creador por medio de apegarse a la sabiduría de la Torá y a los sabios y sus discípulos que la analizaron.
Cuando el estudio de la Torá forma la base de nuestro debekut, la persona se apega a la Torá en tanto fruto del intelecto Divino y, en consecuencia, se apega a Dios Mismo. Por ello, si bien todos los 613 son instrucciones sobre cómo mantener nuestro nivel de debekut, el estudio de la Torá constituye una meta en sí.
Podemos estudiar Torá para adquirir conocimientos. Incluso si ese estudio no nos llevara a la dimensión interna de la Torá, aun así cumplimos con el precepto de estudiar. Sin embargo, si el estudio en sí lleva al debekut, disfrutamos del esfuerzo que conlleva entender la profundidad de la Torá, conscientes de que el fruto de esta batalla intelectual será un mayor apego a lo Divino.
Cuando los ángeles se percataron de que Dios quería entregar la Torá al hombre, se quejaron:

¿Qué es el hombre para que lo recuerdes, y el hijo del hombre para que lo tomes en cuenta?

Los ángeles arguyeron que la Torá, debido a su prístina esencia, era sólo apta para los ángeles, no para la insignificante humanidad.
Moisés conocía la naturaleza intrínseca de su rebaño como sólo un pastor fiel podía hacerlo y estaba consciente de que la posibilidad de que ellos se desplomaran de nivel era muy real. Por ello, contestó las acusaciones de los ángeles mostrándoles que la Torá debía entregarse a los israelitas incluso si caían de su actual nivel de conciencia, pues sólo a través de la Torá podrían elevarse y aferrarse a la Fuente de la vida, retornando a su nivel de ángeles.

Si comprendemos bien las formas de debekut, podremos explicar la discrepancia entre la definición de Shabuot que encontramos en la Torá y aquélla del libro de rezos. Vimos que el nombre Shabuot, semanas, fue atribuido a la festividad como una forma de aludir a la cuenta de las siete semanas de pureza al cabo de las cuales Israel se convirtió en la Amada de Dios.
Los sabios anticiparon que en generaciones posteriores el pueblo judío tendría cada vez mayores dificultades para lograr el nivel de debekut que se dio en el Sinaí y, por ello, identificaron a Shabuot como «la estación de la Entrega de la Torá» en la plegaria de la Amidá. Esta nueva definición de la festividad serviría de recordatorio para los israelitas, en el sentido de que profundizar en las complejidades de la Torá les ayudaría a recobrar su cercanía de otrora.

 

Simcha Benyosef

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