Anécdotas Jasidicas de Breslov
Selección extraída del libro «La Hagadá de Breslov», (C) Breslov Research Institute, www.breslov.org)
Cuando joven, el Rebe Najmán buscó cumplir con las opiniones más estrictas de los Códigos. Llegó incluso a considerar mudarse a otra ciudad, donde la fuente de agua pudiera ser mejor cuidada durante la festividad. Tal era la seriedad con la cual tomaba el Rebe la prohibición respecto del Jametz en Peisaj (ver Oraj Jaim 467:13). Pero al crecer llegó a comprender que la estrictez en el cumplimiento de los Códigos era de hecho algo superfluo. Dijo el Rebe, «Si sólo pudiese cumplir con las mitzvot con simple sinceridad. La Torá no fue dada a los ángeles (Berajot 25b). La persona debe elegir una de las mitzvot y cumplirla de la manera más estricta, en todos sus detalles; pero todas las demás debe guardarlas simplemente, sin estrictez alguna» (Sabiduría y Enseñanzas del Rabí Najmán de Breslov #235).
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Iajatz – Quebrando la Matzá. Cierta vez dijo el Rabí Natán, «Nada puede ayudar a una persona a quebrar sus pasiones indeseables excepto la plegaria. Y la razón para ello es muy simple. Normalmente, la persona que quiebra su deseo se queda con dos deseos; tal como cuando uno quiebra algo y se queda con dos partes.» Pero con la plegaria, la persona puede liberarse de todas las pasiones indeseables (Siaj Sarfei Kodesh 1-511).
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Higuía zmán – el tiempo ha llegado. Reb Ber de Tcherin anhelaba poder levantarse a medianoche para recitar Jatzot, el Lamento de Medianoche. Pero le era imposible despertarse. Cuando nada más le dio resultado, contrató a un hombre para que lo despertara y se quedase a su lado hasta que él se vistiese. Pero esta falta de sueño le trajo fuertes dolores de cabeza. Finalmente, el Rebe Najmán le dijo que su Jatzot era a las tres de la madrugada, permitiéndole así tres horas más de sueño continuo. Le dijo el Rebe, «Duerme y come, pero cuida tu tiempo.» Luego de ésto, aquellos Jasidim que estaban despiertos durante las primeras horas de la madrugada sabían que era las tres de la mañana pues a esa hora llegaba Reb Ber a la sinagoga (Kojavey Or, pg. 25 #21).
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Mitjilá… leavodató – inicialmente… para servirLo.
Cierta persona había ido a ver al Rabí Natán, dándole algo de dinero para un pidión, una redención y pidiéndole que orase por él. Antes que el Rabí Natán tuviese tiempo de preguntarle sobre qué quería que orase, el hombre comenzó a irse. El Rabí Natán le dijo, «¿Recuerdas la última vez que tuviste problemas y viniste a mí por ayuda? Le habías prometido a Dios que tú Lo servirías. Dios te ayudó, pero tú olvidaste la promesa. Entonces ello volvió a suceder, una y otra vez… Ahora vuelves buscando nuevamente ayuda y quieres que yo ore una vez más por ti. ¿Soy acaso tu empleado para que puedas pedirme que haga ésto una y otra vez? ¡Todos estos problemas vienen de Arriba para que tú vuelvas a Dios y Lo sirvas!» (Siaj Sarfei Kodesh, 1-700).
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Iaacov u´banaiv – Iaacov y sus hijos descendieron a Egipto.
Reb Najmán de Tulchin, el seguidor más devoto del Rabí Natán, solía molestarse mucho cada vez que escuchaba que alguien se quejaba en contra del Cielo. La gente debía comprender que todo proviene de Dios y que los juicios del Cielo son Juicios verdaderos. Uno no debe jamás quejarse de que Sus caminos son injustos, Dios no lo permita (Sijot VeSipurim, pg. 114 #23). [Aunque sucedería mucho después, vemos que los Patriarcas sabían respecto del decreto de exilio que el Cielo dispondría sobre sus descendientes y lo aceptaron como la Voluntad de Dios.] Cuando los enemigos del Rabí Natán lograron que las autoridades lo expulsaran del pueblo de Breslov (1835- 1839), el Rabí Natán lo consideró como un decreto del Cielo y se negó a que sus seguidores dijeran o hiciesen nada que pudiera dañar a sus enemigos (Ibid., #24).
Al comienzo del año 1835, una dura y obsesiva campaña se desató en contra del Rabí Natán, con la intención de impedirle diseminar las enseñanzas del Rabí Najmán. Sus enemigos informaron al gobierno que él estaba operando una imprenta ilegal en su hogar. Como resultado y hasta que el caso pudiese ser presentado oficialmente, las autoridades decidieron instalar una curtiembre en la casa del Rabí Natán. Cuando llegó la víspera de Peisaj y fue el momento de la búsqueda del Jametz, sólo se le dio al Rabí Natán una habitación. Todos los otros cuartos estaban ocupados por gentiles y ninguno de los ellos se iba a deshacer de su pan y productos de cereal sólo porque él se los pidiese. Pero cuando el Rabí Natán recitó la bendición para la búsqueda del Jametz, lo hizo con tanto sentimiento y fervor que los obreros gentiles se sintieron profundamente conmovidos por su rectitud. Le prometieron entonces que harían lo posible para permitirle guardar Peisaj como correspondía. A la mañana siguiente, todos los gentiles se habían ido de la casa. Esa noche, en el Seder, el Rabí Natán volvió a ser él mismo. Recitó la Hagadá y cumplió con todas las otras mitzvot de la noche con una gran devoción y concentración. Luego, al comenzar la cena festiva, la familia empezó a hablar sobre los enemigos del Rabí Natán y del sufrimiento que le estaban ocasionando. El Rabí Natán se disgustó por sus palabras, «En una santa y preciosa noche como ésta, ¿cómo pueden hablar de tales cosas? Y además, ¡esta gente de la cual están hablando son nuestros hermanos! Debemos ver cómo podemos ayudarlos y mejorarlos, ¡no hablar en contra de ellos y ni siquiera de ellos!» (Iemey HaTalaot, pg. 172-173).