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La estructura incorpórea
Psicología
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Alcanzar la alegría

Estados de ánimo

El estado de ánimo refleja la forma en que los seres reaccionan e intelectualizan las situaciones que atraviesan en sus vidas. Pero más allá de nuestra percepción … la realidad continúa.

El trabajo espiritual en la Torá y las mitzvót realizado desde la perspectiva de la Kabalá expande la conciencia humana por encima de los estados de ánimo pasajeros, como lo expresa el libro Etz Jaím:
«Previo a la emanación de las emanaciones y la creación de las creaciones la Luz Superior Simple llena toda la realidad» Shaar Alef, Anaf Bet

La «Luz» a la cual se refiere el texto es la «Plenitud Infinita», la «alegría», que el hombre pierde cuando el egoísmo se adueña de su vida.

Mientras se inviertan esfuerzos en proyectos que no responden a la verdadera naturaleza humana ni al propósito de la Creación, ignorando las leyes espirituales, se crearán sistemas de vida basados en transformar las debilidades humanas en normas.
La Torá, por el contrario, define las normas sociales y espirituales en base a principios objetivos: las mitzvót, evitando así que el ser humano construya su vida a partir de ilusiones que desembocan finalmente en la des-ilusión

Las emociones (la alegría, la tristeza ..) no ocupan un lugar físico, sino que abarcan el mundo emocional del hombre siendo generalmente su influencia más poderosa que la realidad material.

La emoción y el pensamiento son poderosos instrumentos a través de los cuales el hombre se conecta con la realidad. Aunque no debemos olvidar que son tan sólo medios para lograr materializar nuestra voluntad y deseo.

La voluntad y el deseo son la fuerza interior que mueven al hombre, pero … ¿Cuál es el objetivo que motiva a esa poderosa fuerza … ? La voluntad altruista de ayudar y beneficiar al prójimo y a la sociedad o, por el contrario, el deseo personal, egoísta.

El límite de la conciencia
Cuando decimos «yo» ¿dónde se «sitúa» nuestra conciencia?
En el cuerpo …, en la emoción …, en el pensamiento …
¿Dónde «está» nuestro yo?
¿Yo soy mi cuerpo?

En la misma pregunta se encuentra la respuesta, en la propia formulación se realiza la distinción entre «yo» y «mi cuerpo». «Ese yo», la conciencia de mí mismo, es quien formula y responde la pregunta, siendo el cuerpo un instrumento a través del cual el yo se manifiesta.

Cuántas veces «ese yo» le impone al cuerpo actos en contra de «su deseo».
¿Quién es entonces ese «yo» que puede dirigir al cuerpo: mi emoción, mi tristeza, mi alegría…? El «yo» puede también sobreponerse a la tristeza y transformarla en alegría. Muchas veces conseguimos despertar fuerzas interiores para realizar determinados actos atravesando nuestras barreras emocionales, inseguridades, etc.

¿Quién es entonces ese «yo» que puede dirigir a la emoción? ¿Es acaso el pensamiento que se piensa a sí mismo, o es «ese yo» quien se expresa a través del pensamiento haciéndome conciente de que soy, que existo?

Cuando intentamos aprehender nuestra Esencia, llegar a nuestro Yo, percibimos que el pensamiento se diluye ante el interrogante de ¿quién soy?
Esto sucede porque nuestro Yo más interior es «parte» de la esencia de toda la realidad, y así como el agua contenida en un recipiente al ser devuelta al océano se funde y unifica con el mar, así cada alma es parte inmanente de la Esencia Infinita.

Mientras el deseo de recibir se encuentra separado de la plenitud la anhela incesantemente, generando pensamientos y formas mentales en su afán de asirla que, sin el entrenamiento espiritual adecuado, conducen a una percepción caótica de la realidad, impidiéndole al yo el «acceso» a la conciencia de sí mismo.

La plenitud del amor
El tiempo y el espacio sólo se manifiestan a partir de los 3 mundos inferiores Briá, Ietzirá y Asiá. Esto sucede ya que los 2 estratos superiores del alma – la voluntad (Jaiá) y el placer (Iejidá) – se encuentran por encima de la influencia temporal y espacial. Ello se debe a que la voluntad y el placer del alma no dependen de cambios sino que son permanentes. El alma sólo desea unificarse a la plenitud de la Luz como el amor que unifica al hombre y a la mujer para crear y dar de sí mismos. En nuestra realidad la voluntad y el placer se revisten de pensamientos, sentimientos y acciones lo que despierta la búsqueda en pos de la plenitud de la Luz en los 3 mundos inferiores, Asiá, Ietzirá y Briá respectivamente. Ello produce movimiento a nivel humano, generando así tiempo y espacio.

La Kabalá y el Judaísmo en general, a través del estudio de la Torá y la aplicación de las mitzvót, se basa en el desarrollo de todos estos aspectos orientados hacia el objetivo fundamental: guiar al deseo, la voluntad y el placer del hombre hacia el bien colectivo » AMARAS A TU PROJIMO COMO A TI MISMO»

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