A quien no quiere no deja entrar
Cierta vez se presentó una persona ante el maguid – Predicador- de Mezritch, y se lamentó de que pese a sus esfuerzos le resultaba muy difícil mantener la pureza de sus pensamientos. Todas sus propuestas eran en vano, los malos pensamientos seguín acuciándolo sin descanso, perturbándolo en su servicio a D-s. «Creo conveniente que vayas a ver a Rabí Zeev de Zhitomir. El te ayudará en tu problema». Cuando este hombre llegó a la hostería de Rabí Zeev ya había caído la noche y la casa estaba cerrada desde adentro. El hombre golpeó la puerta con fuerza, mas nadie le abrió. Esperó un poco y volvió a golpear, nuevamente sin respuesta. Era una noche de mucho frío y éste se hacía sentir. Angustiado, el judío gritó: Cuando decidió regresar a su casa, se acercó a Rabí Zeev y le dijo: |
Anecdotario Jasídico, (c) Kehot Lubavicth