HALEL
El alma en el relato de la Torá
Shemot
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8) Tetsavé

« La Plenitud de la Luz Infinita, al manifestarse, adquiere diversas formas: ciencia, arte, tecnología, música, etc. para que cada individuo la alcance, desde su perspectiva, en toda su dimensión. Sin embargo a veces brilla tan intensamente que olvidamos

 

Y tú habrás de ordenar a los hijos de Israel que traigan aceite de oliva puro para iluminar por siempre

se refiere a Moshé -el discernimiento superior del alma- quien posee la capacidad de ver más allá de lo momentáneo y así activarnos en pos de objetivos trascendentes; los hijos de Israel señala nuestro potencial altruista. En cuanto al aceite de oliva puro, lo que da de sí la aceituna, indica las buenas acciones -las mitzvót– que realiza Israel, el combustible que nos «enciende».

Un espacio luminoso
Adám fue creado en un espacio luminoso: el Gan Eden (paraíso) en donde todo el desafío era disfrutar de la Plenitud de la Luz Infinita de modo correcto y único posible: en forma altruista. Ese mismo desafío sigue latente y es el propósito del sistema espiritual de Israel. Cuando la Torá nos enseña la mitzvá de meditar diariamente en: Shmá Israel HaShem Elokeinu HaShem Ejad, nos está revelando la forma de cómo alcanzar con todo nuestro ser -pensamiento, palabra y acción- la comprensión de que hay una Única Fuerza constante e inherente a todo y a todos que nos armoniza y unifica bajo un objetivo común: la Armonía Universal.
La Plenitud de la Luz Infinita, al manifestarse, adquiere diversas formas: ciencia, arte, tecnología, música, psicología, etc. para que cada individuo la alcance, desde su perspectiva, en toda su dimensión. Sin embargo a veces brilla tan intensamente que nos encandila y olvidamos su objetivo y los principios y leyes que la rigen. De ahí que la Torá nos transmite mitzvót– principios y leyes para que podamos discernir y revelar la Luz correctamente en todas las formas en que se manifiesta.

Nuestra relación con la Luz
Nuestro discernimiento de la realidad, de la Luz, sucede a partir de palabras, las palabras nos permiten visualizar y transmitir a otros algo que no está presente materialmente. Previo a su trasgresión Adám y Javá poseían una aprehensión espiritual de la Voluntad Superior, lo denominado en el lenguaje de la Kabalá Olám Atzilút-Mundo de la Emanación y Cercanía. La trasgresión consistió en tomar del «fruto» antes de tiempo. Ello los trasladó a un ámbito del pensamiento, lenguaje y acción independiente de la Voluntad Superior, los mundos denominados Briá, Ietzirá y Asiá.

¿Qué significa «antes de tiempo»?
Cuando intentamos aprehender nuestra Esencia, llegar a nuestro Yo, percibimos que el pensamiento se diluye ante el interrogante de ¿quién soy?
Esto sucede porque nuestro Yo más interior es «parte» de la esencia de toda la realidad, y así como el agua contenida en un recipiente al ser devuelta al océano se funde y unifica con el mar, así cada alma es parte inmanente de la Esencia Infinita.
Cuando la mente intenta conocer al Yo llega a un punto impenetrable en el cual el pensamiento lo traduce como deseo de recibir. Ello se debe a que el Yo más interior –Anojí– sólo podrá surgir cuando la Plenitud colme infinitamente al deseo de recibir. Mientras el deseo de recibir se encuentra separado de la Plenitud la anhela incesantemente, generando pensamientos y formas mentales en su afán de asirla que, sin el entrenamiento espiritual adecuado: altruismo, conducen a una percepción caótica de la realidad, impidiéndole al yo –ani– el «acceso» a la conciencia de sí mismo. Todo pensamiento, palabra y acto así efectuados se realizan «antes de tiempo».

El sí mismo
El hombre conoce comparando. No podemos conocer nada en sí mismo, sino que aprehendemos la realidad en base al contraste y a la analogía. Defino el frío a partir de la falta de calor, etc. El hombre no es completo en su persona sino que necesita de su semejante y del resto de los componentes de la realidad, oxígeno, alimento, bebida, etc. para existir, concretizar sus aspiraciones y completarse. De ahí que la Torá nos ayuda a tomar conciencia de nuestra relación con el prójimo y con todos los ámbitos de la realidad a través de principios objetivos, mitzvót. De lo contrario, la mayor parte de nuestro contacto con la realidad quedaría inmersa en nuestro inconsciente aguardando que «alguna situación» nos haga tomar conciencia.
El Kadósh Barúj Hú, máxima identidad y destino final de toda la realidad «Es» completo en Sí Mismo, ya que El «Es» y «Está» por encima de la realidad que El mismo genera. En hebreo hay dos formas para denominar al sí mismo, al yo: a) aní, la percepción subjetiva. Esta forma de percepción crea una barrera que aísla al hombre del resto de la realidad y de su verdadera esencia. b) Anojí, designa a la percepción que permite aprehender la realidad en forma objetiva, trascendiendo los límites que impone el aní. La percepción de la realidad a través del Anojí otorga acceso al estado en el cual el aní encuentra su resolución. Contrariamente al hombre en quien el aní y el Anojí conducen a dos formas de percibir la realidad, «en» HaKadósh Barúj Hú no existe tal oposición ya que El «Es» el que percibe, lo percibido y la percepción.
«En» HaKadósh Barúj Hú el aní y el Anojí están unificados, siendo esta unidad la más insondable y la finalidad de todas las realidades puesto que «Allí» no se percibe, «Allí» se «Es».

Tres dimensiones
Estos aspectos que, como fue expuesto, se hallan unificados en HaKadósh Barúj Hú, en el hombre constituyen las tres dimensiones y medios para alcanzar la conciencia objetiva de la realidad. Para que ello suceda tendremos que armonizar todos los componentes de la Creación, entendiendo que cada ser es único e insustituible. De lo contrario, nuestra imagen de la realidad se reducirá a una mera justificación de nuestras limitaciones y debilidades.
1) El que percibe señala al deseo de recibir, el aní, al ir tomando conciencia de la Voluntad Superior, Anojí. La conciencia capta al que percibe (al deseo), como espacio, sea éste material, emocional o mental, en el cual se produce la percepción.
2) Lo percibido indica a la Plenitud Infinita manifestada «desde» la Esencia de toda la realidad: HaKadósh Barúj Hú.
3) La percepción señala el proceso de «reencuentro» entre «el que percibe» -el deseo- con «lo percibido» -la Plenitud Infinita-. En la comprensión humana, la percepción es aprehendida como el instrumento mental de nuestra voluntad que permite «movernos» a través de los diferentes niveles de conciencia. La conciencia capta a la percepción, o sea al proceso a través del cual el que percibe (el deseo) aprehende lo percibido, como tiempo.

La trasgresión de Adám y Javá
El haber comido del fruto antes de tiempo señala que no es suficiente con entender a nivel intelectual los principios espirituales. El desafío de llevarlos a la práctica es la única forma de activarnos integralmente, en pensamiento, palabra y acto. Si te amo no es suficiente con pensarlo debo demostrarlo a través de actos concretos que estén en armonía con principios superiores. Como explicamos en la parashá Jaiéi Sará, Adám es creado en el Gan Eden en una situación ideal, allí tiene todo a su disposición sin prácticamente ningún esfuerzo. El único desafío de Adám era no comer el fruto «antes de tiempo», al realizar la acción justa en el momento justo hubiera adquirido el discernimiento para trascender el tiempo y el espacio alcanzando el estado de Ein Sof. A lo largo de la historia, cada individuo, matrimonio y generación se enfrenta, desde diferentes perspectivas al desafío de Adám y Javá; la diferencia consiste en que Adám y Javá no poseían la experiencia de la equivocación para poder discernir. A partir de ellos, cada nueva generación que surge podrá utilizar la experiencia de sus ancestros al enfrentarse nuevamente al desafío arquetípico humano.

Una cadena eterna
La tradición escrita y oral de Israel recoge la experiencia y la elaboración de todas las generaciones de Sabios hasta nuestros días, contemplando las diferentes personalidades y tendencias que conforman a los seres humanos como medio para que la humanidad alcance el objetivo por el cual fue creada. Así funciona la tradición de Israel: un pueblo que asume concretizar concientemente el desafío, lo que Adám y Javá no lograron. Adám y Javá comprenden todo el potencial y todas las tendencias humanas que en el futuro cada individuo, familia y nación va a asumir. Cada generación y cada pueblo revela a lo largo de la historia un aspecto inherente a Adám y Javá. Los conflictos entre individuos y naciones reactivan nuevamente el desafío edénico. La diversidad de personalidades y tendencias que poseen los seres humanos estaban ya en potencia en Adám y Javá, siendo esas perspectivas imprescindibles para conformar los diversos puntos de vista que nos enriquecen mutuamente. Si todos pensaríamos igual el hombre no se desarrollaría.

Participando de la Realidad Infinita
Cuando la Torá nos transmite que HaKadósh Barúj Hú le dice a Moshé -el discernimiento superior del alma- que ordene al pueblo de Israel -nuestro potencial altruista- iluminar eternamente, nos está revelando el objetivo de la Creación: la Plenitud de la Luz Infinita, y la forma de alcanzarlo: el Decálogo y las 613 mitzvót. La Torá nos revela las particularidades para que tanto a nivel individual como universal podamos dar continuidad a esa Luz primigenia que unifica y trasciende todos los tiempos y así, desde este mundo, participar de Su Realidad Infinita.

 

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