8. Igulím y Iósher; el “Cuerpo de las Sefirot”
Extraido del Tania Completo.Conceptos Místicos en el Jasidismo por el Rabino Jacob Immanuel Schochet
Hay dos esquemas básicos en la emanación de las sefirot o Luces Divinas luego del ocultamiento del tzimtzúm. Como se mencionara antes, en el capítulo acerca del tzimtzúm, la Luz Divina se manifestó en la esfera del espacio primordial (jalal) por medio del kav, la “línea” o rayo de luz que descendió del Or Ein Sof abarcando el jalal hasta su núcleo mismo. Este kav no se extendió desde la circunferencia al punto central en una completa e inmediata manifestación, sino gradualmente. O sea, inmediatamente al “entrar” en el jalal giró paralelo al perímetro del jalal, rondando sobre la zona interior del jalal, estableciendo de este modo una esfera concéntrica dentro de él. Esta esfera concéntrica de Or Ein Sof disminuido se denomina Kéter.
Luego el kav se extendió un tanto más, de nuevo sólo parcialmente, para repetir el mismo proceso: una nueva revolución alrededor del jalal para formar otra esfera concéntrica inmediatamente debajo de aquella de Kéter. Esta nueva esfera es Jojmá. Y de esta manera el kav se extendió más aún, descendiendo gradualmente al centro mismo del jalal, expandiéndose y girando, círculos dentro de círculos, hasta que se formó la décima esfera concéntrica, a saber, aquella de Maljut, en el centro mismo del jalal. Así, cada una de estas diez esferas sigue a la precedente, con una subsiguiente reducción de la luz de manera que cada una sea distinta de todas las demás. Este es el esquema de Igulím (círculos, o esferas concéntricas).
En este esquema inicial de Igulím, las sefirot son como las capas de una cebolla —una dentro de otra— o como un cerebro comprendido por muchas membranas una sobre otra. El punto importante de este esquema es que esencialmente todas las sefirot se relacionan entre sí sólo en cuanto a que constituyen un proceso consecutivo: una emana después de la otra, pero cada una es realmente una esfera o punto separado, auto-contenido.
El segundo y subsiguiente esquema de sefirot emanando es el de “Iósher — como el aspecto de un hombre parado erguido”, o sea, “Análogo al hombre que se divide en órganos, los que, todos, existen en un nivel encima de otro y se perfeccionan unos con otros, pero formando todos ellos (juntos) un cuerpo”.
Esta analogía sirve para señalar la plena interrelación entre las sefirot de Iósher (tal como los órganos humanos se relacionan unos con otros para formar un único cuerpo), incluso al tiempo que ponen en relieve y retienen las características peculiares a cada uno. Así, en el esquema de Iósher, las sefirot no son simples principios o facultades independientes una de otra, sino que forman un cuerpo esencialmente unificado. La analogía es llevada un paso más, al grado de relacionar las sefirot particulares con los órganos o extremidades particulares en el Cuerpo o Configuración (Partzuf) del Hombre:
Jojmá, Biná y Dáat, en un sentido extendido, son los tres cerebros en la cabeza del hombre. Más específicamente, Jojmá se corresponde con el cerebro en general, es decir, con la fuente del pensamiento e intelecto. Biná se corresponde con el corazón, el asiento del entendimiento. Jésed es el brazo derecho mientras que Guevurá es el izquierdo. Tiferet es el cuerpo, interviniendo y mediando, y combinando, los lados de Jésed y Guevurá.
Nétzaj es el muslo o la pierna derecha mientras que Hod es el muslo o la pierna izquierda, sosteniendo juntos el cuerpo entero y llevándolo a su destino. Iesod es el órgano de procreación mediante el cual las emanaciones de las sefirot superiores fluyen a Maljut para producir una creación manifiesta. Como Maljut es el aspecto manifestante, se dice que se corresponde con la boca, el órgano del habla mediante el cual los pensamientos interiores y disposiciones emocionales del orador se expresan y dan a conocer. Kéter es la corona rodeando —de esa manera relacionada con, pero independiente de— el cuerpo; más específicamente, en el contexto de la metáfora del hombre, a menudo se hace referencia a él como el cráneo que abarca (y por lo tanto trasciende) el cerebro.
Como se mencionara, el esquema de Iósher no solamente resalta las funciones de las sefirot sino también su interrelación como una unidad o Cuerpo. Por lo tanto, a pesar de la ubicación de “correspondientes partes físicas” en el cuerpo del hombre, las sefirot de Iósher se dibujan frecuentemente a modo de tres líneas: derecha, izquierda y centro. Esto se hace poniendo a Jojmá del lado derecho, alineada pero encima de Jésed y Nétzaj, y a Biná del lado izquierdo, alineada pero encima de Guevurá y Hod. Así, tenemos tres nuevas tríadas: (1) Jojmá-Jésed-Nétzaj, del lado derecho, el “lado de Jésed”, porque hay una relación innata entre estos tres (Jésed es una rama de Jojmá, y Nétzaj una de Jésed); (2) Biná-Guevurá-Hod del lado izquierdo, el “lado de Guevurá”, porque hay una relación innata entre estas tres (Guevurá es una rama de Biná, y Hod una de Guevurá); y (3) Kéter-Tiferet-Iesod-Maljut en el medio, simbólico de los principios armonizadores centrales, mediadores o todo-abarcantes, que constituyen.
Es también en este esquema de Iósher que hablamos de la facultad de Dáat Elión, el Dáat Supremo. Esta facultad, una rama o derivado de Kéter, el principio unificador de Jojmá y Biná, así, se ubicaría en la línea del medio como el extremo superior del triángulo Jojmá-Biná-Dáat.
La plena importancia de estos dos esquemas de Igulím y Iósher resultará evidente mas adelante, en el contexto de los capítulos Shevirat HaKeilím, Partzufím, y Tóhu y Tikún.
Rabino Jacob Immanuel Schochet
Rabino Jacob
Gracias por sus comentarios que me ayudan a entender mas los conceptos de Torah y Zohar. Hashem Bendiga su vida con largos dias y Sabiduria.
Saludos Cordiales