3) Y dijo el Faraón: Yo no conozco…
selección extraída del libro «»La Hagadá de Breslov» © Breslov Institute Research – www.breslov.org
Y Dijo el Faraón: Yo No Conozco (Exodo 5:2) La conciencia de un niño es muy limitada. El es muy poco consciente de sí mismo y de su entorno. Nuestra conciencia crece durante los años de nuestra formación. Entonces, salvo que busquemos conscientemente su desarrollo, el Proceso llega a una súbita detención. Listo para la vida. De modo que alguno de nosotros continúa por la vida con ciertas ilusiones. Tal como la realidad de un niño, sus roles y sus juegos, son una ilusión para nosotros, así es nuestra ilusión para aquellos poseedores de una Conciencia Más Elevada. Nosotros «jugamos a los roles.» Tomamos en serio nuestros «juegos» de Prestigio, de Poder y de Dinero, de avance Intelectual y de placeres Terrenales. Para nosotros, la Realidad se manifiesta como demasiado perturbadora. Darnos Cuenta no trae tranquilidad alguna. De modo que conscientemente decidimos vivir en la ilusión antes que soportar el Proceso de Darnos Cuenta. La regla del Progreso Gradual. Y para alguno de nosotros, el Proceso se ve trabado de una manera diferente. Durante décadas quedamos atrapados por el dolor de un lejano pasado. Constreñidos. Vivimos hoy día como si los eventos, la gente y las situaciones fuesen las mismas de cuando el desarrollo de nuestra conciencia se detuvo en el momento de nuestra dolorosa experiencia. Como si el tiempo se hubiese detenido. Allí atrás. Aún tratamos de vengar nuestro dolor en vez de experimentar y aceptarlo. Para nosotros, es demasiado perturbador dejar ese dolor. El Darse Cuenta no trae consuelo. De manera que nos aferramos a nuestra constricción en lugar de pasar por el Proceso de Darse Cuenta. La regla del Progreso Gradual. La ilusión. La constricción. Un alto en el Proceso. El «Faraón», el Constrictor de la Conciencia, el Señor de la Ilusión (ver Hagadá). Cada uno de nosotros debe pasar por su «Mitzraim.» Todos tenemos ilusiones, todos tenemos nuestros dolores. Y preguntar «Pero, ¿por qué yo?» es cono preguntar «¿Por qué el Pueblo Judío sufrió en Mitzraim?» Cada uno de nosotros es un microcosmos de Tiempo, de Historia Judía. Pero al Final, todos dejaremos Mitzraim. «Faraón» es también la «Serpiente» (Siftei Kohen, Bereshit 6c). El Constrictor Primordial de la Conciencia y el Señor de la Ilusión. Engañó al Hombre sacándolo del Gan Eden. Con ilusión llevó al Hombre hacia la curiosidad, para alcanzar una experiencia de Falta de Divinidad; y luego con constricción lo convenció de que ya había sido expulsado, que era ya «demasiado tarde» para protestar. E incluso ahora, como El Malo, «Faraón» nos esclaviza en este mundo en Guehinom (Rambam, Igueret HaMusar; Sefer HaLikutim, Shemot; Jesed LeAvraham 5:10). Pero al Final, todos volveremos al Gan Eden. Y ser Judío no comienza sólo una vez que estamos libres de las ilusiones y constricciones de «Faraón,» pues ilusiones y constricciones existen en todo nivel. Ser Judío comienza con el Proceso mismo. Con el Proceso Gradual de superar nuestro «Faraón» y con nuestro constante esfuerzo por elevarnos a niveles cada vez más elevados de Conciencia. Pero a veces lleva tiempo el superar la ilusión. ¿Cuánto tiempo se pensó que el mundo era geocéntrico? Y ahora decimos que es heliocéntrico, cuando en realidad pensamos que es egocéntrico… De modo que «Faraón» no debe ser tomado muy en serio. Está aquí sólo para tentarnos, para que nos demos cuenta. Si en el pasado habíamos decidido escuchar a «Faraón,» que nos dice «Yo no conozco» – ahora podemos decirle «¡Yo sé quien eres y sí quiero estar consciente!» Y si hasta ahora hemos vivido nuestras vidas en la ignorancia, debemos hacer ahora lo que podamos. Si en el pasado Dios nos ocultó el conocimiento, no nos corresponde a nosotros pedir comprender. Con el conocimiento que tuvimos, hicimos lo mejor que estuvo a nuestro alcance. Dios no pide más que eso.
Peisaj, Matzá y Maror – En Nuestra Generación (Hagadá) Adán, el Hombre, comió del Etz HaDaat, el Arbol del Conocimiento. Su fruto, de hecho, era cereal común (Sanhedrín 70b). Pero el simple hecho que Dios lo prohibió, hizo de él el «árbol prohibido.» El valor numérico de JaMeTZ – el pan leudado, junto con SeOr – levadura es 639. ETZ HaDAaT también vale 639. Cuando el Hombre probó de él, comió «pan leudado.» Tuvo así su sabor de la Falta de Dios. Experimentó lo que él vio como mal. Dañando su Conciencia. Esto entonces es la Matzá, el pan sin levadura. Simbolizando la Perfección de Daat. Del Conocimiento Intimo. De la Conciencia. Y de la Experiencia. Y de saber que todo es Gracia Divina. Sabiendo que todas las experiencias son Una – todo es Dios Mismo (Likutey Moharán I,4. Esto se encuentra más allá del intelecto humano; pero ya sabemos, Dios se encuentra por sobre la razón. Sólo podemos alcanzarLo con el Conocimiento Intimo. Con la Experiencia. Con el Corazón. Con la Emoción (Likutey Moharán I, 33:4). En Peisaj comemos Matzá. Pero debemos asegurarnos de «comer» la Matzá del Daat Perfeccionado. Al hacerlo, rectificamos la Equivocación de Adán – su «pan leudado» (Bnei Ishajar, Nisan, 8:4,7). Y ésta es la historia de Peisaj. La Historia de la Creación. Del continuo y constante Proceso de Creación. Adán, el Hombre, supo de la Creación. Pero cayó. Y no pudo volver a levantarse. No pudo olvidar su acción pasada. Estaba aplastado bajo la culpa. Adán no sabía que la Creación es ¡AHORA! De modo que Dios apareció en Mitzraim y Su mensaje para el Pueblo Judío fue: ¡AHORA es otra Creación! Y al cambiar las «leyes de la naturaleza,» El mostró que: Yo he cambiado la Naturaleza – ¡ustedes pueden cambiar la de ustedes! Pues todo hombre, en cada generación es un microcosmos. De Espacio. De Tiempo. De Vida. El Ser Judío no es algo que sólo sucede en algún pasado distante o incluso cercano. No es algo que sólo tiene lugar en algún prístino rincón del mundo. Tampoco es propiedad de aquellos de nosotros que tenemos una tradición ininterrumpida. De hecho, el verdadero Ser Judío no se encuentra en los laureles de aquellos de nosotros cuya «Judeidad» comienza y termina con la tácita ostentación de esa tradición. Tampoco se encuentra en el estancado Judaísmo de ayer. No importa cuán entusiasmado estuvimos entonces – hoy, ayer ya se ha ido y debemos comenzar otra vez. La Creación es un Proceso. Y lo mismo el Ser Judío. ¡El Ser Judío es AQUI! ¡El Ser Judío es AHORA! ¡Y el Ser Judío está CONTIGO! ¡Y dentro tuyo! Toda alma Judía, de alguna manera, vuelve a revivir toda la Historia de la Creación. La Creación. La Caída del Hombre. El Diluvio… (Likutey Halajot, Onaa 3:1 Ibid. Shiluaj HaKen 4:61). Pero ésta vez, cada vez y con nuestras vidas, somos nosotros quienes debemos volver a escribir la historia. Es tiempo de trascender las ilusorias constricciones de la mente. De dejar de vivir el guión de la limitada conciencia del hombre. De olvidar el pasado y comenzar el Ser Judío. Y ¡AHORA! es el momento de comenzar. Dios Mismo creó mundos anteriores que no satisficieron Su Plan. De manera que El los destruyó y los olvidó. Mejorando sobre ellos. Utilizó esos «errores» como lecciones. Lecciones para nosotros. Si el «mundo» que hemos creado para nosotros no está de acuerdo al Plan, ¡bórralo! Comienza de nuevo. Crea nuevos mundos. Y transforma esos errores – ¡y hasta las faltas! – en lecciones. Y ésto es entonces el Contar la Historia. La Historia del Hombre. La Historia de cada hombre. Experimentando el Exilio, la Distancia. Comiendo el Maror, saboreando el dolor, la amargura de la adversidad. Cada ser humano es en sí mismo un mundo entero. Y es a ese mundo que Dios desea llevar alegría. Imbuir Conciencia de lo Divino, para entregar la Alegría de la Creación. Pero esa Alegría, esa Conciencia, sólo puede encontrarse en la apreciación de nuestro propio Maror. Cada Judío que dejó Egipto, cada Judío que deja Mitzraim, pasa por una experiencia diferente. Y proporcional a la experiencia del Dolor es la experiencia de la Redención. Redención del internalizado deseo de conocer aquello que vemos como malo (Likutey Halajot, ibid; Maalot HaTorá p.22b ed. Jerusalem). Redención en conocer la Dulzura del Dolor. Redención en conocer que la historia de nuestras vidas, de nuestra Esclavitud y Redención tiene un Sentido. Un Significado Esotérico. Y con este Significado nos veremos a nosotros mismos fuera de Mitzraim (ver Hagadá p.61).
Empobrecido, el joven no tenía ni un centavo de sobra para comprarle un regalo a su novia. Lamentándose de su situación frente a Reb Noson, esperando escuchar alguna palabra de consejo y ánimo, esas palabras no tardaron en llegar. «¿Y cual es tu problema?» le preguntó Reb Noson. «Nuestro Padre Iaacov tampoco tenía ni un centavo. Cuando huyó de Esaú fue despojado de todo lo que poseía. Y nada tenía para darle a Rajel, su futura novia y sólo podía lamentarse de su situación aceptándola» (Rashi, Génesis 29:11). El joven no captó el mensaje. «¿Cómo puede compararme con nuestro Padre Iaacov?» le dijo. «Todos los hechos de su vida estaban cargados de significado esotérico.» «También en tu vida existe un significado esotérico en todo lo que sucede» le explicó Reb Noson (Siaj Sarfei Kodesh, Breslov, #710).
Puede que no sepamos cual es ese significado. Pero podemos al menos ser conscientes de que ese Significado sí existe. De modo que sentarse para el Seder no significa el recitado de un libro de historia. Ni tampoco tiene como objetivo ser la solución intelectual de todas las paradojas Judías. Y es mucho más que una discusión Halájica o Midráshica. Sentarse para el Seder no es nada menos que la Intima Experiencia del Ser Judío mismo. Del Judaísmo Pleno de Sentido. El Seder es un clamor de angustia hacia Dios por aquellos de nosotros que aún estamos en «Mitzraim.» El Seder es darnos coraje para que seamos más conscientes de ese «Mitzraim.» Y el Seder es la alabanza a Dios por aquellos que ya nos hallamos alejados de ese «Mitzraim.» No es necesario que hubiéramos «vivido entonces» para ser Judíos. Podemos ser Judíos – ¡Ahora!
Estas son las Festividades, Proclamación de la Santidad (Levítico 23:4). Voces en el aire. Voces Espirituales. Nuestros oídos no pueden escucharlas pero nuestras mentes las captan. O la voz de «Faraón.» De la tentación. De la ilusión. De la constricción. Los pensamientos que atraviesan nuestras mentes y que sabemos que no los queremos. …Una voz de curiosidad. Adán era curioso. Y también lo somos todos nosotros. Es la naturaleza del niño el ser curioso. Nada malo hay en ello. Pero, ¿de qué somos curiosos? …Y la Voz, el Llamado de la Festividad. Cuando sea que llegue. Donde sea que estemos. El presentimiento que nos hace sentir que algo muy básico está faltando. La búsqueda de algo y el no saber qué sea; lo que nos muestra que nuestras vidas se han extraviado. Es la Voz, el Llamado de la Festividad que nos dice eso: Sí, es tiempo de volver a Dios… Hemos sido curiosos durante mucho tiempo, lo suficiente, corriendo tras de «Faraón.» Preguntándonos cómo es vivir sin Dios. El tiempo ha llegado para dejar esa cacería y cambiar la dirección de nuestra curiosidad. El aire trae también la Voz del Tzadik (Likutey Moharán I, 17:5). ¿Cómo será experimentar el mundo a través de sus ojos? ¿Escuchar la Voz de Dios resonando en la mente y verse a uno mismo como de pie ante El? ¿Cómo es estar por sobre el ilusorio honor de este mundo? ¿No ser conmovido por los placeres financieros o físicos? ¿Estar en contacto con la Chispa de Divinidad dentro de uno y conocer y hacer lo que debemos? Y ¿cómo es el traer Alegría al Espacio de cada paso que damos en esta mota de polvo que es la Tierra? ¿El traer Conciencia al limitado Tiempo que pasamos sobre ella? ¿El encontrar Sentido a la Vida, el Secreto de la Vida; y traer a Dios a nuestras vidas, a la mundanalidad – y hacerlos significativos? Y hay mucho más… La distancia que hay entre Guehinom y Gan Eden es extremadamente pequeña (Kohelet Rabah 14:3), de hecho, ambos existen en este mundo, simultáneamente. Todo es cuestión de donde nosotros queremos vivir: bajo «Faraón» en Guehinom o libres de él en Gan Eden (ver Likutey Moharán I, 191). Y cuanto más grande sea nuestra Conciencia del contraste, más grande será nuestra apreciación. La elección es nuestra y siempre lo será. El Arbol del Conocimiento seguirá existiendo incluso en nuestra vuelta al Gan Eden. Pero entonces sabremos – estaremos tan conscientes – que veremos en ese Arbol sólo el bien (Likutey Halajot, Birjot HaPeirot 5:17, Taarovet 1:8). Veremos más allá del momentáneo Oscurecimiento de la Luz Eterna. Una Luz que disipa la ilusión de «Faraón.» Escuchemos la Voz del Tzadik, él nos guiará. El nos enseñará a ver el Gan Eden exactamente delante de nuestros propios ojos.