Ascendiendo
Aprehendiendo las sefirot
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19) Hod [19.8]

Compilación realizada de diversas fuentes de Breslov, en especial «Anatomía del Alma» . Por ruthshira@tora.org.ar

El «Arbol Sefirótico de la Vida» se representa tradicionalmente en tres columnas: derecha, izquierda y centro. A la derecha, correspondientes al cerebro derecho, el brazo derecho y la pierna derecha respectivamente, se encuentran Jojmá, Jesed y Netzaj. A la izquierda, correspondientes al cerebro izquierdo, el brazo izquierdo y la pierna izquierda, están Biná, Guevurá y Hod. En el centro, correspondientes al bulbo raquídeo, la espina dorsal y los órganos sexuales están Keter, Tiferet, Iesod y Maljut. (La cuasi-Sefirá de Daat se incluye entre las Sefirot cuando Keter no está presente y viceversa).

En la Kabalá, la «Derecha» representa el concepto de la irrestricta e incondicional Misericordia, Amor e Iluminación. La «Izquierda» representa el concepto de restricción y de un dar condicionado (dependiendo del recipiente y de su capacidad para recibir). El «Centro» representa el equilibrio sinergético óptimo de las dos polaridades.

*Tal como fue citado en el articulo sobre Netzaj:

Las piernas corresponden a las Sefirot de Netzaj y Hod. Juntamente con el órgano sexual, que corresponde a Iesod, componen la tríada inferior de Sefirot. HoD significa esplendor, pero también está relacionado con el término HoDaá, admisión, y connota un estado de sumisión. Netzaj es una extensión de Jesed, el atributo de dar. Sólo aquél que tiene «control» sobre sí mismo es capaz de mostrar benevolencia hacia los demás. Hod es una manifestación de Guevurá, el rasgo de restricción. Ambos atributos son necesarios para lograr un equilibrio en la vida, pues uno debe saber no sólo cuándo refrenarse, sino también cuándo consentir con lo de los demás. Utilizando ambas «piernas» , uno puede avanzar, confiado en la «victoria» y en el éxito de su emprendimiento, al tiempo que lo equilibra con una saludable conciencia de que hay veces en que uno debe restringirse frente a fuerzas superiores a las propias.

Enseña el Ari que Hod, siendo el extremo más bajo del cuerpo por su lado izquierdo (que representa los juicios), es el lugar de donde surge el potencial para el mal. Es por esta razón que cuando Iaacov luchó con el ángel guardián de Esaú, éste lo golpeó en el muslo izquierdo, indicando un debilitamiento de la capacidad de Iaacov para luchar contra el mal durante el exilio (ver Génesis 32:26; Julin 91a).

Como hemos visto, las piernas y los pies representan el extremo más bajo al cual puede llegar un hombre y, como tal, su contacto continuo con el mundo material. La existencia espiritual es llamada «vida» , mientras que el dedicarse solamente a lo material lleva a la insensibilidad y a la muerte espiritual. Así enseña el Rebe Najmán que los pies, representando Maljut, son los más cercanos al lado de la muerte, al ámbito del «Otro Lado» , como dice el versículo (Proverbios 5:5), «Sus pies descienden a la muerte» . Por tanto, aquél que ha dañado los «pies» no sólo se une a una existencia material, sino que de hecho le entrega su fuerza espiritual al Otro Lado y permite que las fuerzas del mal se nutran a través suyo (Likutey Moharán I, 67:4), que Dios nos salve.

Enseña el Rebe Najmán que todo el mundo físico es comparable a los «pies» , la extremidad inferior de los universos de santidad. Este es el significado de (Isaías 66:1), «La tierra es Mi escabel» . Es posible encontrar a Dios en todas partes, incluso en el más mundano de los ambientes. Sin embargo, la santidad que se encuentra en los niveles más bajos no tiene el poder ni cercanamente parecido al de aquélla que puede hallarse en los niveles superiores.
Más aún, una intensa exposición al mundo material puede absorber a la persona, alejándola de la misma santidad que está buscando. Por tanto el Rebe Najmán recomienda decididamente buscar a Dios a través del estudio de la Torá y de la plegaria, en lugar de tener que descender a los niveles más bajos para poder cumplir con nuestra búsqueda espiritual (ver Likutey Moharán I, 54:2).

Caminando Erguido

Enseña el Rebe Najmán:

Para ser capaz de andar por la senda del arrepentimiento (Teshuvá) uno debe conocer la Halajá, los Códigos (Likutey Moharán I, 6:4). La palabra hebrea para caminar es HaLiJÁ, relacionada con la palabra bHaLaJÁ, que designa los Códigos de la Ley. Dado que la palabra para «caminar» es similar a la utilizada para designar los Códigos, podemos deducir que el conocimiento de los Códigos es aquel conocimiento necesario para andar con éxito por el sendero de la vida. Los Códigos indican aquello que está permitido (refiriéndose a la Sefirá de Netzaj, pues ellos nos instruyen sobre cuándo y cómo avanzar) y lo que está prohibido (refiriéndose a Hod, pues nos instruyen con respecto a cuándo detenernos y no avanzar). Tal conocimiento «trae paz» a un corazón dividido (ver Likutey Moharán 1, 62:2). Saber qué hacer en una situación dada crea una actitud segura y saludable (cimiento o Iesod) frente a la vida.

También enseña el Rebe Najmán que la plegaria corresponde a los pies (Likutey Moharán I, 55:5). Orar a Dios constituye el reconocimiento de Su dominio, y ésta es la esencia de «pararse con firmeza» . Más aún, el temor corresponde a los pies, como en (Eclesiastés 12:13), «El final de todo… es temer a Dios» .
El temor es el «final» , que indica los niveles más bajos. Uno debe comenzar la búsqueda espiritual con «un pie firme» , con temor a Dios. Cuando los «pies» son «firmes» (cuando el temor a Dios está presente), ellos crean un canal a través del cual es posible recibir la abundancia proveniente de Dios.

* Aclaración de la editora

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