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Aprehendiendo las sefirot
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17) Tiferet: El sendero del medio [16.5]

Compilación realizada de diversas fuentes de Breslov, en especial «Anatomía del Alma» Por ruthshira@tora.org.ar

La forma humana encarna también las Diez ´Sefirot´. El cráneo corresponde a Keter, el hemisferio derecho del cerebro corresponde a Jojmá y el hemisferio izquierdo corresponde a Biná. El bulbo raquídeo y la médula espinal corresponden a Daat. El brazo y la mano derecha corresponden a Jesed; el brazo y la mano izquierda corresponden a Guevurá; y el torso corresponde a Tiferet. La pierna derecha y el riñón derecho corresponden a Netzaj; la pierna izquierda y el riñón izquierdo corresponden a Hod; y la señal del santo Pacto, la circuncisión, corresponde a Iesod. El espacio en el cual la persona se para (es decir, los pies) representa su Maljut (Reinado).

Las siete ´Sefirot´ inferiores se corresponden con el cuerpo de la siguiente manera (ver ´Innerspace´, Capítulos 4 y 7-9, para una exposición detallada de las Sefirot):

Sefirá
Representación Física
Representación Conceptual
Jesed
brazo/mano derecha
dar
Guevura
brazo/mano izquierda
restringir
Tiferet
torso
armonia, verdad
Netzaj
pierna/riñon, testiculo derecho
victoria, duracion
Hod
pierna/riñon, testiculo izquierdo
sumision, majestad
Iesod
organo sexual
pacto , canal
Maljut
pies, corona del miembro, pareja
recibir, reciprocidad

En su estado ideal «rectificado» , las ´Diez Sefirot´ se ordenan en tres columnas: derecha, izquierda y centro. Las columnas derecha e izquierda representan fuerzas espirituales extremadamente poderosas y opuestas. La columna derecha siempre representa misericordia y bondad, mientras que la columna izquierda representa severidad, disciplina y restricción. La columna derecha se caracteriza por un amor y aceptación incondicional y una voluntad de trascender los límites mediante la unión de un yo con otro; la columna de la izquierda enfatiza las obligaciones y las responsabilidades, determinando límites y definiciones del yo. Mientras que cada columna por sí sola podría parecer no tener nada que ver con la otra, en verdad, ellas son opuestos complementarios. Esta relación se concreta en la columna del centro. Es función de la columna central el sintetizar las fuerzas aparentemente opuestas de la «derecha» y de la «izquierda» , generando armonía, unidad y paz. Cuando la columna del centro funciona de esta manera, se dice que las Diez ´Sefirot´se encuentran en un estado rectificado.

Hemos visto esto al tratar con Jojmá y Biná, las ´Sefirot´que definen las funciones de la mente: la derecha (intuitiva, artística) y la izquierda (analítica, lógica). Cada una por separado carece de perfección. Para alcanzar un estado perfecto de equilibrio mental, la mente humana requiere de Daat, la confluencia de Jojmá y Biná.
Un principio idéntico se aplica a todas las fuerzas humanas: la armonía se logra cuando aprendemos a equilibrar los aspectos opuestos de nuestra personalidad. De acuerdo con las enseñanzas antiguas, esto sólo puede lograrse cuando la influencia unificadora de Jojmá, Biná y Daat (nuestra Conciencia Divina Superior) fluye hacia abajo, hacia los «compartimientos» opuestos de nuestras ´midot´(rasgos de la personalidad y emociones).

El torso encarna el concepto de Tiferet, la columna central de armonía y verdad: representa el objetivo final de una vida armoniosa basada en la verdad. El torso equilibra las tendencias extremas de los lados «derecho» e «izquierdo» de nuestra personalidad. Mientras que Jesed (correspondiente a la mano derecha), simboliza un dar y una aceptación incondicional, y Guevurá (la mano izquierda) simboliza la justicia basada solamente en el mérito del receptor, Tiferet (el torso) armoniza estos dos extremos. Es por esta razón que Tiferet es llamado a veces «Rajamim» (misericordia) y a veces ´Mishpat´ (un juicio apropiado y justo). Tiferet es así un Juicio Misericordioso (un juicio atemperado con misericordia), el equilibrio final de dos aparentes opuestos.

Es por esto que la palabra hebrea para designar al juez es ´ShoFeT´. Su función es juzgar entre dos partes en disputa y ayudarlas a llegar a un acuerdo pacífico, lo cual es ´miShPaT´. Aunque nosotros como individuos podamos percibir la verdad de maneras diferentes, el juez verdaderamente sabio puede ayudarnos a reconocer y aceptar las vastas diferencias entre los litigantes y puede incluso llegar a superar esas diferencias, de modo que podamos vivir juntos en armonía. Esta es la manifestación de Tiferet.

El Rebe Najmán enseña que Tiferet, la columna central, corresponde a la plegaria. La plegaria se asemeja a (Salmos 149:6) «una espada de doble filo [que corta todas las barreras entre la persona y Dios]» . Al orar debemos cuidarnos de no dirigir nuestra «espada» demasiado a la derecha, hacia Jesed, ni demasiado a la izquierda, hacia Guevurá. Debemos mantenernos centrados (Likutey Moharán I, 2:3).

El Rabí Natán explica esta enseñanza del Rebe Najmán: Abraham, Itzjak y Iaacov encarnan las tres ´Sefirot´ de Jesed, Guevurá y Tiferet,
respectivamente. Abraham representa a Jesed, tal y como puede verse claramente a través de sus bien conocidos rasgos de bondad y hospitalidad.
Itzjak es el paradigma de Guevurá, pues él estaba deseoso de realizar el auto sacrificio más grande en aras de Dios. Iaacov es conocido como Tiferet, pues integró en su vida los dos atributos, el de su padre y el de su abuelo.

Abraham tuvo dos hijos, Ishmael e Itzjak. Itzjak también tuvo dos hijos, Esaú y Iaacov. En cada caso, el primogénito representa una especie de absorción genética donde los ´siguim´ (impurezas) fueron separados en dos etapas a partir de la simiente pura de los Patriarcas, de modo que finalmente, a través de la tercera generación de los hijos de Iaacov, se estableció la santa nación de Israel. Dicho de otra manera, Abraham e Itzjak «trabajaron juntos» , cada uno desarrollando por completo su propio atributo, hasta que fueron capaces de unirlos en Iaacov. Y así es como llegó a la existencia
la nación judía.

Abraham le puso a su primogénito el nombre de Ishmael (en hebreo significa literalmente, ´Ishma El´ : «Dios escuchará» ). Esto implica que Dios escucha nuestras plegarias, tal como puede verse en las palabras del ángel de Dios a Agar, la madre de Ishmael, al informarle que ella tendría un hijo de Abraham (Génesis 6:11), «Le pondrás por nombre Ishmael, porque Dios ha escuchado tu angustia» . Sin embargo, en este sentido, Ishmael alude también a la noción de que todo aquello que necesitamos nos llega debido al Jesed de Dios (Bondad). Aunque esto es absolutamente verdadero, da lugar a un gran error. Esta actitud puede llevarnos a la errada conclusión de que no necesitamos esforzarnos para lograr algo. «Dios ´Ya´ ha escuchado mi plegaria. ¿Para qué seguir orando?»

Esaú representa el acercamiento opuesto. El nombre ESaU significa «terminado» o «completo» , a partir de la palabra hebrea ´ASUi´ (literalmente «hecho» ) (Rashi Génesis 25:25). «Esaú» simboliza al hombre en su propia «auto imagen» , relacionándose con el mundo como si él fuera lo más importante y el objetivo final de la vida. Fue Esaú quien preguntó:(Génesis 25:32), «¿Para qué necesito la primogenitura?» indicando una negación de la Divina Providencia y repudiando por tanto la plegaria. Es el poder de «Esaú» dentro de la persona lo que la hace preguntar: «¿Para qué orar cuando mis plegarias son inútiles? Dado que no existe providencia, mis plegarias no funcionarán» . Rechaza la compasión de Dios, diciendo que Dios no escucha nuestras plegarias pues sólo recibimos lo que merecemos.

Estas dos perspectivas, la de Ishmael y la de Esaú, cada una de las cuales por sí sola debe ser rechazada, están simbolizadas en la ceremonia del ´brit milá´ (circuncisión). La circuncisión conlleva, ante todo, el retiro del prepucio. Este tiene dos capas, una externa y otra interna. Existen por tanto dos etapas en la mitzvá de la circuncisión: ´milá´ (literalmente «cortar» ), con lo cual se retira la capa externa del prepucio; y ´priá´ (literalmente «revelando» ), que implica llevar para atrás la fina membrana interna para «revelar» la corona. La capa externa del prepucio representa una ´klipá´ (cáscara) de materialidad irredimible y que debe ser totalmente rechazada y eliminada. La capa interna tiene connotaciones más sutiles, pero sigue siendo una ´klipá´. Las circuncisión judía no está completa sin ambas. Retirar el prepucio sin retraer la membrana fina para revelar la corona es como no haber hecho la circuncisión en absoluto (Ioré Deá 264:4).

Al aplicar esto a Esaú y a Ishmael, vemos lo siguiente: Esaú representa la parte de la humanidad que no realiza ninguna clase de circuncisión. Esaú desdeña la circuncisión y todo lo que ella representa, no habiendo razón alguna para volverse a Dios. Ishmael, por el otro lado, realiza la circuncisión, pero sólo de modo parcial. Él retira la capa externa del prepucio, pero deja intacta la capa interna. Aplicando esto a la plegaria, Esaú representa esa parte de nosotros que no quiere retirar el prepucio del corazón, mientras que Ishmael representa esa parte en nosotros que trata, pero se detiene antes de completar el proceso.

El Rabí Natán explica este concepto en términos de la «espada de doble filo» de la plegaria mencionada más arriba, y representada por Tiferet:

La persona debe tomar el camino equilibrado del centro. Debe aumentar constantemente sus esfuerzos en la plegaria, sabiendo que ninguno de sus ruegos es en vano; pero al mismo tiempo debe recordar que sin la bondad del Santo, bendito sea, será incapaz de alcanzar nada, a pesar de todos sus esfuerzos y devociones. Cuando hacemos nuestra parte, orando constantemente por la salvación, el Santo, bendito sea, hace ciertamente Su parte y en aras de Él Mismo nos agracia con Su bondad y nos redime.

Para alcanzar este equilibrio se necesita la práctica de la caridad (la cualidad de Iaacov como en, «Justicia y ´Tzedaká´ [caridad] en Iaacov» (Salmos 99:4). Es por esto que debemos dar caridad antes de orar. Al hacerlo, distribuimos abundancia a través de nuestros propios actos de caridad y esto nos permite elevar la calidad de nuestra plegarias. De la misma manera, nuestras plegarias unidas a la caridad Le dan al Santo, bendito sea, motivo y razón para responder nuestros ruegos y enviarnos la abundancia que buscamos (ver Likutey Halajot, Najalot 4:23).

Iaacov, el progenitor de las doce tribus de Israel y la encarnación de la columna del centro, representa el sendero medio de la verdad que armoniza los dos extremos. Debemos seguir el sendero de Iaacov en nuestra oración y tener fe en que Dios ha escuchado y aceptado nuestras plegarias. Pero aun así debemos esforzarnos constantemente e intensificar nuestras plegarias pues siempre hay mucho más por lo cual debemos orar.

El Rabí Natán explica que la verdad (Tiferet) es el principal catalizador que permite transformar todo lo potencial en existente, pues «la verdad permanece, pero no la mentira» (Shabat 104a). Si la persona se apega a la verdad, sus ideas terminarán por actualizarse y perdurarán. Sin la verdad, sus actos, aunque puedan llegar a fructificar, finalmente se volverán estériles (Likutey Halajot, Matna Shejiv Mera 2:4). Está claro que ante todo debemos buscar la verdad en todo lo que emprendamos. Entonces, cuando comencemos a formular nuestros pensamientos y tomar los pasos necesarios para llevarlos a la práctica, éstos podrán perdurar

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4 comentarios
  1. Giovanni Pineda Upeg

    Excelente información, muchas gracias y que el Eterno les siga bendiciendo

    05/06/2018 a las 20:23
  2. Lizzette Martínez Pl

    No tengo palabras para agradecer tan excelente enseñanza. Que el Eterno, derrame Sus bendiciones sobre usted. Shalom

    31/10/2018 a las 15:29
  3. Ma Xochitl

    Excelente enseñanza, mucho que aprender, mil gracias Shalom

    26/04/2020 a las 11:52
  4. Ziomara Lorenzini

    Muchas Gracias por la información muy interesante los senderos de la Sefirot para aplicarlo a nuestras vidas.

    23/08/2020 a las 11:37

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